la celestina final alternativo
GERARD JUNCÀ, 3E
La celestina
PLEBERIO: Pues no lo entiendo. Debería de haber estado allí para ayudarla. ¿Qué arrollómis
pensamientos? ¿Cómo un noble padre, como yo, no ha observado el fuerte sufrimiento de su querida
hija? No puede ser, ya no está a mi vera.Cada día recuerdo su hermoso cabello, crinado y luenguo; su
mirada, azul e intensa; su rostro, tenue y delicado. No cabe en mi pensamientoque una excelente hija
como Melibea haya podido romper la fuerte devoción hacia nuestro adorado creador, haya
menospreciado el más grande delos regalos que le había otorgado, la vida.
La solitud me posee, la pena me atrapa y el dolor me derrota. Nos hemos quedado solos, Alisa. ¿Quévamos a hacer ahora que hemos perdido a nuestra amada hija?
ALISA: Lo sé Pleberio. Debemos de ser valientes y aguantar el dolor que nosinvade, mas el llanto y el
lamento no son la solución de nuestros problemas. ¡Basta ya de súplicas a nuestro padre para que
nos devuelva aMelibea! Nos tenemos el uno al otro y con eso nos vamos a ayudar. Debemos seguir
adelante.
PLEBERIO: Lo sé Alisa, mas el dolor puede con mi ser ytoda mi alma. Deseo que la paz aparezca y se
apodere de nosotros. Merecemos continuar nuestras vidas aunque la pérdida de nuestra hija va aperdurar para siempre. En mi alma siempre perdurará el dolor de la muerte de mi hija como una llaga,
como una herida que nunca sanara.
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