La Conquista

Páginas: 16 (3999 palabras) Publicado: 16 de mayo de 2012
En “Buenos Aires, una mirada filosófica”, la doctora Esther Díaz lanza sobre la ciudad una mirada imaginativa. Por ejemplo, propone que el primer tango lo escribió un hombre que vino con Pedro de Mendoza y que la Reina del Plata no sólo lleva un nombre femenino: en su gestación intervinieron muchas mujeres, desde la viajera Isabel de Guevara hasta Ana Díaz, primera pobladora.

Por MaríaMoreno

A la filósofa Esther Díaz, la Buenos Aires de Ezequiel Martínez Estrada siempre le pareció una ciudad insultada como bajo gotas de plomo teórico y siempre se sintió demasiado alegre como para adherir a la interpretación de Raúl Scalabrini Ortiz dominada por la espera de un hombre solo e inmóvil en la esquina de Corrientes y Esmeralda. Como si escarbara con un punzón o con una uña esculpida,decidió ir desnudando las capas sucesivas de la ciudad para descubrir su urdimbre simbólica. Así surgió Buenos Aires, una mirada filosófica, en cuyo prólogo la autora reconoce borgeanamente haber cometido “la injusticia de la perspectiva”. De esa ciudad, a la que varias generaciones de exiliados suelen dirigirse en sus cartas como a una novia ausente, hizo una arqueología rigurosa pero losuficientemente pasional como para que la mirada filosófica se disolviera, hacia el final, en una letra de tango en verso libre: “No más. Nomás./ Buenos Aires, ¿y el amor?/ Resquebrajados mis labios callan.

En tiempos en que Esther Díaz sólo se interesaba por Buenos Aires caminándola, hubo una señal profética, más allá del repique de su apellido compartido con el comestible Juan Díaz de Solís: “Cuandoyo vendía tizas en los colegios y materiales escolares en las librerías para mantener a mis hijos, hacía el reparto con un fitito. Entonces, un día estaba por Belgrano, y al salir de una librería vi que en la puerta estaba Manuel Mujica Láinez esperando un colectivo. Llevaba como siempre su capa sujeta por un broche magnífico. El era el padre del librero al que yo le vendía. En el fondo del localestaba la casa de Mujica Láinez. Yo lo ignoraba. Cuando lo vi, le dije: ‘Perdóneme, yo estoy acá con mi coche. ¿Lo puedo alcanzar a alguna parte?’. El se resistió caballerescamente, pero cuando comprendió que yo estaba dispuesta a llevarlo donde fuera, aceptó. Fue tan amable que cuando se sentó en mi coche, me preguntó mi nombre. Le dije: ‘Esther Díaz’. ‘Ah, la primera mujer que vino a BuenosAires en la segunda fundación se llamaba Ana Díaz.’ El nombre, entonces no significaba nada para mí”.

De sus callejeadas, Esther Díaz parece haber adquirido un aire a tono con su poco convencional discurso académico: uno se la imagina perfectamente bailando la milonga, con los ojos celestes entornados bajo ese flequillo extraño que parece formado por los signos con que se abre una pregunta:¿flequillo de filósofa? Oficialmente ella es, entre otras cosas, doctora en Filosofía, profesora titular de Pensamiento Científico y de Metodología de las Ciencias Sociales en el Ciclo Básico Común de la UBA, ocupa cargos académicos en diversas universidades de la ciudad y es autora de varios libros como Michel Foucault: los modos de subjetivación y La subjetividad y el poder.

“Erase una vez unaciudad cuyos primeros habitantes fueron un muerto que conocía las faenas del mar, unos travestis de pechos escondidos y unos hombres adultos que desandaron el destete para salvar su vida mamando de ellos.” Así podría empezar una versión adaptada de Buenos Aires, una mirada filosófica. Cuando Juan Díaz de Solís confundió el estuario del Río de la Plata con un mar y se internó en agua dulce en busca dela ruta deOriente, murió uno de sus marineros, llamado Martín García, nombre que se le dio a la isla donde fue sepultado. Don Pedro de Mendoza trajo a su amante de polizón y otras tantas mujeres vinieron vestidas de varón para burlar las órdenes de Carlos I, y las que estaban amamantando, ofrecieron sus pechos a esos navegantes desfallecientes cuyo destino oscilaba entre no tener para comer y...
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