La crisis de colombia
No sólo “lo criminal”, también el “criminal” fascina. La historia de la literatura está llena de crimen y castigo, criminalidad y Derechopenal. Las novelas policíacas (o los telefilms y películas) son algo normal y generalmente un buen negocio. Los medios de comunicación informan casi exclusivamente de casos penales porque asísatisfacen el interés de sus lectores, aunque sea a costa de desfigurar la realidad de la Administración de Justicia. Para la mayor parte de la gente, incluyendo a quienes inician los estudios de Derecho, “elDerecho penal” es el Derecho por excelencia.
En la vida cotidiana el mundo de lo criminal todavía se divide entre delincuentes y víctimas. Incluso allí donde la víctima apenas se vislumbra (como enel terrorismo o en el tráfico de drogas), el delincuente desempeña el papel que le corresponde dentro del dualismo delincuente víctima: es una amenaza para los demás, es el agresor que despierta lasemociones características del delito. El asesinato, el robo, el secuestro y, en general, todos los delitos violentos con claras connotaciones delincuente-víctima son las formas delictivas que másfascinan a la gente y sobre las que merece la pena informar. De la estafa o de la falsedad documental, que sólo producen daños patrimoniales, apenas se habla.
El Derecho penal, la Criminología y laPolítica Criminal deben tener en cuenta, ahora más que nunca, la fascinación que ejerce lo criminal. Esta fascinación cambia la realidad de la criminalidad como objeto del Derecho penal, la recrea y elaborasus propias resistencias a la modificación (eliminación o lucha) de la criminalidad que pretende la Política criminal.
La criminalidad no sólo es objeto del Derecho penal, sino también una...
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