la evolución del hombre galeón
Rafael Alvira acaba de publicar un ensayo de antropología filosófica en uno de cuyos últimos y másincitantes capítulos aborda la gran cuestión que presenta el evolucionismo para una teoría del hombre.
El evolucionismo obliga a descartar la tesis metafísica de que las esencias son fijas, eternas y sólo permiten cambios accidentales en los individuos. El hombre actual, el último de los homínidos y con gran diferencia el más capaz de los primates, apareció en un determinado momento del decursoterrestre, va para unos treinta mil años. Hace millones de lustros, no existía, era sólo una posibilidad que podía actualizarse o no. En suma, el hombre actual no responde a la necesidad de que se realizara una supuesta esencia eterna, es un acontecimiento datable. La esencia del hombre actual, que coincide con el código genético de la especie, tiene un principio, aparece en unas determinadascircunstancias, no es intemporal, sino cronológica. La Humanidad es un accidente histórico importantísimo a escala terrestre, no una conclusión cósmica.
Esta primaria invitación a la modestia suscita varias cuestiones que recoge Alvira 2. La primera es "como arriesgar una teoría última del hombre". No creo que se pueda formular tal teoría última porque nadie ha demostrado que la evolución de loshomínidos haya finalizado. Lo probable es más bien lo contrario. Cabe describir al hombre actual con el método empírico de las ciencias naturales o con el fenomenológico de la filosofía; pero no más. Y esa limitación no me parece grave porque no toda teoría ha de ser última, como a diario pone de manifiesto la falsabilidad de las eficacísimas ciencias puras y aplicadas. La pretensión filosófica deultimidad no se ha logrado, a pesar de los inmensos esfuerzos realizados desde los griegos hasta hoy, y hay que renunciar a ella. Me inclino a pensar que el propio Alvira no considera como "última" su propia exégesis antropológica.
La segunda cuestión es que "si no conocemos la medida del hombre, es decir, su esencia o naturaleza, tampoco podemos formular ninguna normatividad última de suactuar". Pero entiendo que sí podemos enunciar una norma primera deducida de la naturaleza del hombre actual, una ética específica del "homo sapiens sapiens". Que cada especie tenga su moral no es una relativización, sino una determinación: la del primer homínido de comportamiento no exclusivamente pautado pudo ser distinta de la nuestra, pero determinada.
La tercera cuestión, no expresamenteplanteada por Alvira, consiste en qué será de la especie humana actual. Nuestra especie tiende a reproducirse en los individuos; pero, como ha acontecido en tantos brotes del árbol de la vida, no se puede excluir la mutación. Entre los homínidos está demostrada por los fósiles la existencia de numerosas mutaciones específicas. Y no cabe excluir que la genética permita racionalizar procesos que hastaahora parecen haber sido aleatorios o, por lo menos, relativamente indeterminados. Si el hombre actual tiene un principio, tambien puede tener, al igual que tantísimas especies, un final o, como el hombre de Neander-thal, una superación. Desde otra perspectiva aparece la historicidad de las especies vivientes. Hay que aceptarlo modestamente: nadie ha demostrado que el Universo tenga como fin...
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