La examinacion del saber

ANTIEXAMEN.

¿Por qué rechazamos los exámenes? ¿Qué es lo que nos molesta de ellos?
Nuestro rechazo de los exámenes no es caprichoso ni fortuito. No se agota en un malestar sin reflexión, ese malestar propio que sentimos todos. Se apoya en una toma de posición largamente rumiada.
Luego de un poco de catarsis y discusión grupal –“pensamiento colectivo” le decimos– encontramos que losexámenes son un punto de condensación de contradicciones que abarcan a toda la práctica del saber académico (entendido como una modalidad de saber que excede ampliamente a la universidad).
En primer lugar, salta ante los ojos que el examen, cada vez que lo encontramos, tiende a funcionar como el sentido y el telos de toda la práctica de estudio. Esta afirmación vale tanto para los que producen un sabercomo para los que lo evalúan. Más allá de que la fuente de energía, el móvil, de las tareas intelectuales se apoye en los intereses sociales, el examen se afirma como principal estructurador de la práctica de estudio y llega a ser su única fuente de sentido, su razón.
A la hora de organizar la cursada y la examinación, casi sin excepciones, se eligen los contenidos del curso y los puntos deexaminación con la siguiente máxima: “hay que poner todo en el programa” (o lo que es lo mismo “el programa tiene que ser una totalidad”) y luego simplemente se deja funcionar el supuesto según el cual: “si no lo evaluamos lo leen”. A la hora de enfrentar los tiempos de estudio con una estrategia, se opta por el pragmatismo “¿qué sentido tiene leer lo que no me toman?”. Dos posiciones normales que seautoconfirman y demuestran que toda la cursada está de cara a la examinación. El examen está allí, desde el primer día, para guiar el trabajo de aula. En el examen la evaluación apunta a lo que no se sabe.
En segundo lugar, el examen determina, aunque no por sí solo, la separación de las relaciones dentro de la academia. Marca un límite a las relaciones en el aula y es, en una visión más general,el encargado principal de marcar la escisión entre trabajo del estudiante y trabajo del docente. Así, el examen marca el punto material donde los programas de las materias y las “carreras” no pueden democratizarse. Es el preciso momento en el que aceptamos un gobierno con mayoría docente (y peor aún: del claustro de Profesores Titulares) de la universidad. Pero más allá de las aulas, este aspectodel trabajo académico tiene un gran poder ideológico (incluyendo el sentido más corporal del término: las prácticas que producen una cierta subjetividad). Su valor de verdad afecta tanto a los supuestos básicos de la formación para el trabajo, como a los de la formación política. La división del trabajo intelectual, siendo un factor más de clasificación y explotación, tiene la particularidad depresentase a sí misma como neutral, técnica u objetiva (es Ciencia). Su necesidad está naturalizada y con ella la imposibilidad de cuestionarla. Al interior de la academia se disciplina en la obediencia apelando a la verdad.
Por último, el examen como guardián de la acreditación es un evidente filtro contra la participación de los sectores populares en la educación y, por ello, en la investigacióny la docencia. Las pocas personas que sin provenir de familias de profesionales llegan a la academia encuentran un mundo escindido y hostil, donde todas las prácticas hacen sentido en el desempeño individual y competitivo en condiciones que les son claramente desfavorables. Se recorta fuera del aparato académico otra frontera de la división social del trabajo. Al exterior del aparato académico seconstruyen murallas.

Las alternativas que no.
Consideramos que no es un camino a seguir el de las cátedras paralelas de izquierda (PO, PCR, MQN). De esa manera se cambian las representaciones, los contenidos de enseñanza, las ideas, pero no se cuestionan las prácticas, los contenidos de las relaciones sociales, los cuerpos individuales y colectivos que toman forma. En un plano ideal hay...