La Hegemonía Política Del Peronismo

La Hegemonía Política del Peronismo[i]

Juan Carlos Herrera

La muerte de Néstor Kirchner, como no podía ser de otro modo, ha marcado un acontecimiento extraordinario, no sólo por lo imprevisible sino por lo impredecible que significó la intensidad del fervor popular y particularmente juvenil, que acompañó su desaparición física. En efecto, la participación popular y sobretodo de lasgeneraciones más jóvenes, es un dato que no ha dejado de sorprender a quienes pensaban que las nuevas generaciones mantenían altas dosis de recelo y desconfianza con la política, después de las frustraciones experimentadas con la revelación de la crisis de representatividad durante los años 2001 y 2002. En consecuencia, se hace necesario considerar con aguda observación, el proceso vivido durante losúltimos siete años, si lo que se pretende es una lectura más comprensiva de los tiempos de transición que estamos viviendo hacia el afianzamiento de un modelo político y social cuyas base se echaron a partir del 25 de mayo de 2003.

Para comprender las condiciones que determinarán la nueva dinámica del juego político y sus probables efectos en la contienda electoral de Octubre de 2011, es preciso;en primer lugar, adentrarse en la lógica orientadora de los cambios políticos y sociales que se produjeron en los últimos años y, de modo complementario, advertir el punto de inflexión que se produce en la dinámica de la hegemonía política a partir del cambio de gobierno y la instalación del nuevo liderazgo de Cristina Fernandez de Kirchner, sobre todo con miras a las elecciones próximas yteniendo en cuenta las nuevas condiciones que plantea la competencia de poder con actores aliados y los cambios en el marco de las alianzas y realineamientos políticos, en el campo del oficialismo y de la oposición; todo lo cual tendrá sus impactos en el nuevo perfil de la gobernabilidad democrática en la Argentina.

Existe pleno consenso respecto de que la actuación de Néstor Kirchner generó un nuevoliderazgo para ocupar el lugar vacío de la política que se hizo evidente con el estallido de la crisis de fines del 2001. Es sabido que la acción política repele la existencia de los espacios vacíos, por lo que más temprano que tarde, la emergencia de un liderazgo con voluntad de poder se ocupará de llenar. En este punto hay que destacar que la inteligencia de Eduardo Duhalde residióprobablemente, en la decisión de no proyectar su liderazgo político sobre ese vacío, a sabiendas de que sería resistido por ilegítimo, debido a su condición de derrotado en las últimas elecciones y por el desprestigio generalizado de la clase política, visualizada como la única responsable de la crisis. En consecuencia, orientó sus esfuerzos y recursos a reconstruir un marco básico de gestión de gobiernopara superar la crisis de gobernabilidad que permitiera, en un segundo tiempo, redefinir el espacio de la competencia política con una legitimidad renovada.

Las elecciones de mediados del 2003, abrieron la posibilidad de recuperar la legitimidad política para un liderazgo democrático que se propusiera redefinir y ampliar el espacio de intervención del poder del Estado, como contracara de laprivatización de lo público que había caracterizado el modelo neoliberal/menemista de los años noventa. Con extraordinaria intuición y sentido de la oportunidad, N. Kirchner afianzó su liderazgo sacando a la política del lugar minimalista, residual, al que fuera arrojada por aquel paradigma tecnocrático que la redujo a una práctica administrativa del aparato fiscal; en contraposición a ello,asignó un rol estratégico al gobierno, recuperando la identificación de lo público con lo político para definir un campo de oposiciones con los intereses sectoriales que implicaba la identificación de actores con posicionamientos antagónicos y que se reconocían en el espacio de la confrontación política. La profundidad del cambio de rumbo queda reflejada en el nuevo discurso que proclama la...