La iliadad descalza

Carlos Fuentes
LA ILíADA DESCALZA
6 ¿De veras quiere irse con nosotros, curro?...
Usté es de otra madera, y la verdá, no entiendo
cómo pueda gustarle esta vida. ¿Qué cree
que uno anda aquí por su gusto?... Cierto,
a qué llegarlo?, a uno le cuadra el ruido; pero no sólo es
eso... Siéntese, curro, siéntese para contarle. ¿Sabe por
qué me levanté?... Mire, antes de la revolución tenía
yohasta mi tierra volteada para sembrar, y si no hubiera
sido por el choque con don Mónico, et cacique
de Moyahua, a estas horas andaría yo con mucha priesa,
preparando ta yunta para las siembras... Pancracio,
apéate dos botellas de cerveza, una para mí y otra
para el curro... Por la señal de la cruz... Bueno. ¿Qué
pasó con don Mónico? ¡Faceto!... Una escupida en las
barbas por entrometido ypare usted de contar... Pues con
eso ha habido para que me eche encima a la Federaciòn.
Usté ha de saber el chisme ese de México, donde mataron
al señor Madero y a otro, un tal Félix: o Felipe Díaz, ¡qué
sé yo!... Bueno: pues el dicho don Mónico fue en persona a
Zacatecas a traer escolta para que me agarraran. Que
diz que yo era maderista y me iba a levantar. Pero como
no faltan amigos, huboquien me lo avisara a tiempo, y
cuando tos federales vinieron a Limón, yo ya me había
petado. Después vino mi compadre Anastasio, que hizo
una muerte. y luego Pancracio, ta Codorniz y muchos
amigos y conocidos. Después se nos han ido juntando
más, y ya ve: hacemos ta lucha como podemos.”
“-Mi jefe -dijo Luis Cervantes después de algunos
minutos de silencio y meditación.”
II
En estediscurso del célebre libro de Mariano Azuela,
Los de Abajo, en et que Demetrio Macías expone sus
motivos para irse a ta bola, está cifrada tanto la naturaleza
épica et relato. como ta imposibilidad de renunciar
a un arañazo novelístico que hace imposible esta
misma épica, ta desnuda y la degrada.
Hay más: basta este pasaje de Azuela para situar una
realidad económica, social y política que es etIrasfondo,
horizonte y tierra común de algunas conocidas
novelas hispanoamericanas: Pedro Páramo, Cien años
de soledad, La Casa verde, La muerte de Artemio Cruz,
Yo el Supremo, El Otoño del patriarca, El recurso
del método: todas ellas, sub specie temporalis, novetas
de la colonización y el patrimonialismo tatinoamericanos.
Quizás vate la pena, hoy, estudiar un poco más de
cerca esarealidad colonialista y patrimonial. Los d e
Abajo ofrece ta mejor oportunidad para hacerlo dada
su naturaleza anfibia, épica vulnerada por ta novela,
novela vulnerada por la crónica, texto ambiguo e
inquietante que nada en tas aguas de muchos géneros y
propone una lectura hispanoamericana de las posibilidades
e imposibilidades de tos mismos. En Gallegos, y
en Rulfo, germina un mito a partir deta delimitación
de la realidad narrativa: la naturaleza lo precede en
Gallegos; la muerte, en Rulfo. El mito que puede nacer
de Azuela es más inquietante porque surge del fracaso
de una épica.
No es esta ta sucesión normal, al menos en Occidente,
de tas genealogías formales de la literatura. En el
mundo mediterráneo et mito lo precede todo, la épica
lo trasciende y lo prolonga también en taacción del
héroe. Pero al demostrar ta falibilidad heroica, ta epopeya
se revela ella misma como tránsito, puente hacia ta
tragedia. Et dolor infinito del héroe vencido, dice Nietzsche.
ejerce una influencia benéfica sobre su sociedad: el
héroe épico, convertido en hombre trágico, crea co11 sus
acciones “un circulo de consecuencias superiores capaces
de fundar un nuevo mundosobre tasruinasdel viejo.”
Mundo nuevo, viejo mundo: ¿en qué medida la imposibilidad
de cumplir esta trayectoria en plenitud -
del mito a ta épica y de la épica a ta tragedia- es
inherente a tas frustraciones de nuestra historia, en qué
medida apenas un pálido reflejo de ta decisión moderna,
judeo-cristiana primero pero burocrático-industrial
en seguida, de exilar ta tragedia, inaceptable para una...