La memoria histórica frente al olvido

LA MEMORIA HISTÓRICA FRENTE AL OLVIDO
Por una cultura de la memoria para hacer justicia



“Madrid, 5 de agosto de 1939

Madre, hermanos, con todo el cariño y entusiasmo os pido que no lloréis ni un día. Salgo sin llorar, cuidad a mi madre, me matan inocente pero muero como debe de morir una inocente. Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo pero ten presenteque muero por persona honrada.

Adiós, madre querida, adiós para siempre.

Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar.

Julia Conesa

P.D.: Besos a todos, que ni tú ni mis compañeras lloréis. Que mi nombre no se borre en la historia.”

Con estas impresionantes palabras Julia Conesa se despedía de su familia. Para siempre. El 5 de agosto de 1939, cuatro meses después de la supuestafinalización de la guerra civil, Julia y otras doce muchachas de apenas 18 años —más tarde conocidas como las Trece Rosas—, fueron, primero violadas y, después, fusiladas en Madrid por haber cometido el “delito” de recaudar dinero y alimentos para los presos republicanos y pertenecer a las Juventudes Socialistas Unificadas. La tragedia sufrida por estas jóvenes no es más que uno de los episodios dela interminable serie de horrores con que se definió por más de 40 años el nuevo Estado que impuso el general Francisco Franco tras el golpe militar de julio de 1936.

Los militares que se rebelaron contra la legalidad republicana, con el apoyo de las clases dominantes del país, la derecha monárquica y exaltada, una Iglesia tremendamente reaccionaria y la imprescindible y bien equipada ayudabélica de la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, pusieron en marcha, desde los mismos inicios de la sublevación, una colosal maquinaria de terror para la aniquilación física y moral del nuevo sujeto portador de todos los males históricos de España: el “rojo”. La nomenclatura de “rojo” o “roja”, inventada por el franquismo como fórmula para designar lo que para ellos no era más que “laescoria marxista”, “la anti-España”, se hace extensible no sólo al adscrito a una idea política de signo comunista, anarquista, socialista, sindicalista o republicana, sino al nacionalista vasco, catalán, andaluz o gallego, al judío, al masón, al homosexual, al intelectual librepensador y, también, entre otros muchos, al familiar o, simplemente, al amigo que mantenía algún tipo de relación con cualquierpersona identificada con alguno de los anteriores calificativos. De este modo, la mayoría de la población española, que se identificaba con la causa republicana y que aspiraba a una sociedad más justa, libre e igualitaria, fue considerada como potencialmente enemiga, eternamente sospechosa y, por tanto, carne de cañón para ejercer una cruel e implacable represión a gran escala, sin precedentes enlos últimos siglos de nuestra historia. Durante los tres años de contienda, conforme las tropas fascistas iban ocupando los territorios de la zona republicana, fueron dejando un rastro de sangre y dolor con decenas de miles de inocentes asesinados, fusilados en las tapias de los cementerios o tirados en las cunetas de las carreteras.

Pero la guerra no terminó en abril del 39 como cuentan lascrónicas. El general Franco alertaba de la existencia del enemigo, tanto en el interior como en el exterior, para justificar la violencia del nuevo Estado cuartelero y policial. La recién impuesta dictadura, con el beneplácito de la jerarquía eclesiástica, realiza su particular “limpieza política”, para así perpetrar uno de los mayores genocidios de nuestra historia. El historiador FranciscoMoreno apunta con certeza las claves de la represión franquista en la posguerra: “La violencia fue un elemento estructural del franquismo. La represión y el terror subsiguiente no era algo episódico, sino el pilar central del nuevo Estado, una especie de principio fundamental del Movimiento. La deseada paz para todos lo fue sólo para algunos, para los vencedores y sus adeptos. Muchos de los vencidos...