La mujer con alas

Páginas: 17 (4023 palabras) Publicado: 11 de mayo de 2015
La mujer con alas
Dino Buzzati
Una noche, el conde Giorgio Venanzi, aristócrata de provincias, de 38 años, agricultor, acariciando a oscuras la espalda de su mujer Lucina, casi veinte años más joven que él, se dio cuenta de que a la altura de la paletilla izquierda tenía como una minúscula costra.
-Cariño, ¿qué tienes aquí? -preguntó Giorgio, tocando el punto.
-No lo sé. No siento nada.
-Y sinembargo hay algo. Como un grano, pero no es un grano. Algo duro.
-Te lo repito. Yo no siento nada.
-Perdona, ¿sabes? Lucina, pero enciende la luz, quiero verlo bien.
Cuando se hizo la luz, la bellísima esposa se incorporó hasta sentarse sobre la cama dirigiendo la espalda hacia la lámpara. Y el marido inspeccionó el punto sospechoso.
No se adivinaba muy bien qué era, pero había una irregularidad enla piel, que Lucina tenía por doquier extraordinariamente suave y lisa.
-¿Sabes que es curioso? -dijo al cabo de un rato el marido.
-¿Por qué?
-Espera que voy a buscar una lupa.
Giorgio Venanzi era meticuloso y ordenado hasta dar náuseas. Se fue al estudio, encontró puntualmente la herramienta deseada, mejor dicho encontró dos, una normal de al menos diez centímetros de diámetro, otra pequeñapero bastante más potente, de las llamadas «cuentahilos». Con las dos lupas, Lucina sometiéndose paciente, reanudó la inspección.
Callaba. Luego dijo:
-No, no es un granito.
-¿Entonces, qué es?
-Como una pelusilla.
-¿Un lunar? -dijo ella.
-No, no son pelos, es una suavísima pelusilla.
-Bueno, oye, Giorgio, me muero de sueño. Mañana hablaremos. La muerte seguro que no es.
-La muerte no, desde luego.Pero es extraño.
Apagaron la luz.
Pero por la mañana, nada más despertarse, Giorgio Venanzi volvió a examinar la espalda de Lucina y descubrió no sólo que la irregularidad cutánea en la paletilla izquierda, en lugar de atenuarse o de desaparecer, se había dilatado, sino que durante el sueño se había desarrollado un fenómeno exactamente idéntico y simétrico, en el extremo superior de la paletilladerecha. Tuvo una sensación desagradable.
-Lucina -gimió casi- ¿sabes que te ha salido en el otro lado?
-¿Qué me ha salido?
-Aquella pelusilla. Pero debajo de la pelusilla hay algo duro.
Reanudó el examen con el cuentahilos, confirmó la presencia de dos minúsculas zonas de suave y cándida pluma, casi como un botoncito automático. Se sintió invadir por el desaliento. Se hallaba frente a un fenómenode mínimas proporciones, y sin embargo insólito, completamente extraño a sus experiencias. No sólo eso. La fantasía evidentemente no era el fuerte de Giorgio Venanzi, licenciado en agricultura pero siempre mantenido a distancia, sea por indiferencia o por pereza, de los intereses literarios y artísticos: sin embargo, esta vez, quien sabe por qué, su imaginación se desató: al marido en resumidascuentas se le metió en la cabeza que aquellos dos minúsculos plumeritos, sobre las paletillas de su mujer, eran una especie de microscópico embrión de alas.

La cosa en sí, más que extraña, era monstruosa; olía, más que a milagro, a brujería.
-Oye, Lucina -dijo Giorgio dejando las lupas, después de emitir un profundo suspiro-. Tienes que jurarme decir la verdad, toda la verdad.
La mujer lo mirósorprendida. Casada con Venanzi no por amor sino, como todavía sucede en provincias, por obediencia a sus padres, también nobles, que veían en aquel matrimonio una consolidación del prestigio familiar, se había acostumbrado pasivamente a aquel hombre apuesto, enamorado, vigoroso, educado, aunque de mentalidad limitada y anticuada, de escasa cultura, escaso gusto, en casa aburrido y a partir delmatrimonio aquejado de unos violentos celos.
-Dime, Lucina. ¿A quién has visto estos últimos días?
-¿Que a quién he visto? A las personas de siempre, a quién voy a ver. No salgo nunca de casa, bien lo sabes. A la tía Enrica, fui a verla el otro día. Ayer fui a comprar aquí a la plaza. No recuerdo nada más.
-Pero... quiero decir... No habrás ido por casualidad a alguna feria... Sabes, donde están los...
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