la nube por elena poliatowska

Páginas: 5 (1055 palabras) Publicado: 26 de octubre de 2014
Los marchantes llevan sus centavos liados en un pañuelo; otros los hacen sudar en la apretada cuenca de su mano.Hay que cuidar el monedero porque los jitomates están de "mírame y no me toques" y la romanita cuesta "un ojo de la cara".Huele a fritangas, a maíz tostado, a cebolla, a cilantro, a yerbas del monte. Huele bonito. Los vendedores ofrecen sus alteros de naranjas, sus sandíasatrincheradas, sus pirámides de chile poblano que relumbran verde, sus montoncitos de pepitas de calabaza.
Entre los puestos atiborrados de mercancía, uno permanece vacío. Sin embargo, bajo el tendido de manta rosa, una niña se ha parado y espera:—Bueno niña, y tú ¿qué vendes?— Yo, esta nube.—¿Cuál nube?—La que está allá arriba.—¿Dónde?—Aquí encima, ¿no la ve?El señor ve que, en efecto, una nube aguarda aprudente distancia.
—¡Niña, las nubes no se venden!—Pues yo la tengo que vender porque en mi casa estamos muy pobres.—Yo soy licenciado, niña; y puedo afirmarte que las nubes no son de nadie, por lo tanto no pueden venderse.—Pero ésta sí, es mía: me sigue a todas partes.—En primer lugar, ¿cómo te hiciste de ella?—Una noche la soñé y tal como la soñé amaneció frente a mi puerta.—¡Con mayor razón!¿Quién vende sueños? La juventud de ahora anda de cabeza.
El licenciado se aleja refunfuñando. Tras él, una señora se detiene. Lleva puestos unos collares tan largos que casi no la dejan avanzar; y brillan tanto, que lastiman los ojos:—A ver, ¿de qué es tu nube?—De agüita, señora.—¿Es importada?—No, señora, es de aquí.La señora arruga la nariz.—Le puede regar su jardín —insiste la niña-, le puedeadornar el ventanal de la sala.—¿ Para que parezca cromo?¡Dios me libre! Las nubes son anticuadas. Decididamente tu nube no tiene nada especial.La niña sonríe a la nube para animarla. "Olvida el desaire", le dice; y todavía está con la cabeza en el aire cuando un político de traje acharolado medita frente a ella:
—Creo que tu nube, niña, puede ser un elemento positivo en mi campaña para diputado.¿Sabrá escribir letras en el cielo?—Depende de las letras.—Las del nombre del candidato.Todos las verían escritas encima de la ciudad. Si vienes mañana al centro, a la sede del partido...—Oh, no señor, yo al centro no voy y menos a una oficina. Allá hay mucho esmog, del más denso y negro, y se me tizna mi nube.—Te pago un buen precio.—No señor, fíjese que no.El político se da la media vuelta.Laniña permanece una hora en medio de su puesto, sin que nadie se acerque, a pesar de que vocea como los papeleros: "¿Quién quiere una nube? ¿Quién compra una nube? Una nube limpiecita, sin esmog"; hasta que se cansa y empieza a hablarse a sí misma en voz alta: "¡Qué hambre! ¡Lástima que no me pueda comer un pedazo de nube!" Y al oírla un militar la interrumpe.
—¿De qué hablas sola, niña; qué tantomurmuras?—Le estaba hablando a mi nube, capitán; le vendo esta nube, una nube de verdad.—Hum... Una nube... No lo había yo pensado, pero podría servir para esconder mis aviones. Nadie se atrevería a sospechar de una nube.¿Sabe acatar órdenes tu nube?—Entonces, si no es para guerrear, no la quiero. ¡Hasta luego!Un vagabundo, con su morral deshilachado y su sombrero agujerado ha escuchado y sin más lesonríe.—Y esa nube niña, ¿es tuya?—Sí señor, ¿cómo lo adivinó?—Pues, por el mecatito del cual la traes amarrada.Yo también de niño tuve una nube y la llevaba jalando como un globo, nomás que se me perdió. Con la edad, se le van perdiendo a uno las cosas.
Un estudiante de mezclilla se metió en la conversación:—A ver, niña, si te la compro, ¿cómo me la llevo?—Pues, desamarro el cordelito y usted lajala.—¿Y en dónde la meto? En mi casa no va a caber.
—Sí cabe, cómo no, sí cabe.Nosotros somos siete y vivimos en un solo cuarto; yo, en la noche, la meto en una botella para que no ande nomás flotando por ahí, arrimándose a otras puertas; vayan a decir los vecinos que lo que quiere es que le regalen un taco.
—Bueno, y ¿qué come?—Airecito, pero del limpio.—Pero en la mañana, ¿cómo le hago...
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