La nueva historia cultural

 
CHARTIER, R.: “La nueva historia cultural”.
La categoría de new cultural historyentró en el léxico común de los historiadores en 1989 cuando Lynn Hunt publicó, con ese título, una obra que presentaba diferentes modelos y ejemplos de esta nueva manera del hacer dela historia. En la introducción, ella subrayó las tres características esenciales:
1.
Al centrar la atención en los lenguajes,las representaciones y las prácticas, la
new cultural history
 propone una manera inédita de comprender las relaciones entre las formas simbólicas y el mundo social. Alenfoque clásico, dedicado a identificar las divisiones y las diferencias sociales objetivas, ella opone laconstrucción móvil, inestable y conflictiva de las mismas, a partir de lasprácticas sin discurso, delas luchas derepresentacióny de losefectos performativos de los discursos.

2. La new cultural history encuentra modelos e inteligibilidad en disciplinas
 vecinas que loshistoriadores habían frecuentado poco hasta ese entonces: la antropología y la crítica literaria. Las antiguasalianzas se ven así sustituidas por 
nuevas proximidadesque obligan a los historiadores a leer, demaneramenos inmediatamente documental, los textos o las imágenes y a comprender, en sus significacionessimbólicas, las conductas individuales o los ritos colectivos.

3. Esta historia procede más mediante estudios de caso que mediante teorización
global,condujoa los historiadores a reflexionar sobre sus propias prácticas y sobre las elecciones conscientes o lasdeterminaciones desconocidas que rigen su manera de construir las narraciones ylos análisis históricos.

ESPLENDOR Y MISERIA DE LA HISTORIA DE LAS MENTALIDADES

En los años ochenta, la nueva historia cultural se definió como aquella que rompió con los postulados quehabían gobernado la historia de las mentalidades: a la historia intelectual clásica, dedicada a las ideas de unamente singular, se oponía la mentalidad, siempre colectiva y el contenido impersonal de lospensamientoscomunes.
Debido a que su objeto es lo colectivo, lo automático, lo repetitivo, la historia de las mentalidades debehacerse de manera serial y estadística. Se inscribe en la herencia de la historia de las economías, de las poblacionesy de las sociedades. En los años 60, la historia de las mentalidades definió un nuevo campo de estudios, retomandolos métodos que aseguraron las conquistas dela historia socioeconómica, como las técnicas de la estadísticaregresiva y el análisis matemático de las series.Se desprenden tres consecuencias1:

1.El privilegio otorgado a las fuentes masivas, ampliamente representativas y disponibles durante un períodolargo: inventarios, testamentos, catálogos de biblioteca, archivos judiciales.

2. La tentativa de articular las diferentes temporalidades.3. Manera ambigua de pensar su relación con la sociedad con el fin de establecer las categorías intelectualeso afectivas compartidas por todos los miembros de una misma época. Al postular la unidad fundamentaldel inconsciente colectivo, Philippe Ariès lee los textos y las imágenes, con el fin de descifrar la expresióninconsciente de una sensibilidad colectiva o de reencontrar el fondo banalde representaciones comunescompartido espontánea y universalmente.Para otros historiadores de las mentalidades inscritos en la herencia de la historia social, lo esencial reside en elvínculo que une las distinciones entre las maneras de pensar y de sentir y las diferencias sociales. Esta primacía delestablecimiento de las diferencias sociales es, sin duda, el rasgo más claro de la dependencia de lahistoria de lasmentalidades en relación con la historia social en la tradición francesa.

¿Cómo explicar el éxito, en los años 60 y 70, de la historia de las mentalidades?
Ese enfoque permitía instaurar un nuevo equilibrio entre la historia y las ciencias sociales. La atención se desplazó hacia los objetosque hasta entonces pertenecían a las disciplinas vecinas, pero que ahora entraban de...