La semana pasada

Las semanas que estuviste conmigo

Lunes, cuatro y treinta de la tarde. Acabo de terminar de comer el guiso de lentejas con arroz blanco y rodajas de tomate, mi cuerpo pesado todavía envuelto enel ridículo uniforme, gira de un lado a otro sobre la cama, mientras presiono uno tras otro cada botón del control remoto.

No tengo deseos de dormir, ni voluntad alguna de ponerme a estudiar. Notengo ni ganas de llamar por teléfono a casa de un profesor, como la otra vez, y mandar a la mierda al acomplejado huevón del Ibarra y sus pendejas matemáticas o decirle al Gordo Alexánder que suHistoria Universal no me sirve para nada porque toda la gente que la hizo ya está muerta.

Es una de esas tardes negras, sin Tiziano Ferro menos mal, en las que siento que es absolutamente imposibleencontrarle algún tipo de sentido a mi vida. Es una tarde eterna, horadada por la desidia y el absurdo que me produce la conciencia de mi existencia.

Usualmente, escapo presionando amistad, es decir,buscando a Percy o Humberto, diluyendo el tiempo junto con ellos, sumergidos en mundos virtuales y dedos encallecidos, hasta que el sinsentido desaparece, o más precisamente, hasta que se va por unrato o unos días para luego reaparecer.

Pero esta tarde no iré a buscarlos, esta tarde escaparé escribiendo y hablando conmigo mismo sobre ti, mi enamorada por dos semanas, porque fuiste mienamorada, aunque disimularás y actuaras como si no lo supieras, pero eso es lo de menos.
Leo el poema(1) que te escribí el otro día _ se lo mostré al profesor de Literatura y me dijo que no sabía por qué,pero justo en ese momento le estaba dando un fuerte dolor de estómago _ ,y pienso que ya pasaron las dos semanas y fuiste una linda enamorada. Fue bueno hallarle el sentido a mi ser por esas dossemanas. Por eso nunca dejé de buscar el consuelo de tu mirada en los recreos y en las salidas, en mitad de la clase y en los cambios de hora, la meta era buscar esa mirada castaña para poder mirar en...