La verdad que no me dan ganas de subir nada, pero como tengo este cuento a mano...

Páginas: 22 (5374 palabras) Publicado: 21 de septiembre de 2009
Usher II Ray Bradbury

ABRIL DE 2005 -«Durante todo un día de otoño, triste, oscuro y silencioso, cuando las nubes colgaban opresivas y bajas en los cielos, yo había estado cruzando, montado a caballo, una región singularmente lóbrega, y de pronto, cuando ya se cerraban las sombras de la noche, me encontré delante de la melancólica Casa Usher .. » El señor Willíam Stendahl dejó de recitar.Allí, sobre una colina baja y negra, estaba la Casa, y la piedra angular tenía una inscripción: 2005 A.D. -Ya está terminada -dijo el señor Bigelow, el arquitecto-. Aquí tiene la llave, señor Stendahl. Las dos figuras se alzaban inmóviles en la tranquila tarde otoñal. Los planos azules crujían sobre la hierba de color de cuervo. -La Casa Usher -dijo el señor Stendahl con satisfacción-. Proyectada,construida, comprada, pagada. ¿El señor Poe no estaría encantado? El señor Bigelow entornó los ojos. -¿Era esto lo que quería, señor? -¡Sí! -¿El color está bien? ¿Es desolado y terrible? -¡Muy desolado, muy terrible! -¿Las paredes son... lívidas? -¡Asombrosamente lívidas! -¿La laguna es bastante negra y siniestra? -Increíblemente negra y siniestra. -Y los juncos, no sé si sabe usted, señor Stendahl,que los hemos teñido, ¿tienen ahora el color gris y ébano apropiado? 1

-¡Son horribles! El señor Bigelow consultó sus planos arquitectónicos. -La Casa, la laguna, el suelo, señor Stendahl, “enfrían y acongojan el corazón, entristecen el pensamiento”? -Señor Bigelow, vale lo que cuesta, hasta el último centavo. Dios mío, ¡qué hermosa es! -Gracias. He tenido que trabajar a ciegas. Por fortuna,tenía usted sus propios cohetes, o no hubiésemos podido traer la mayor parte del equipo. Ya habrá observado usted el permanente crepúsculo, el invariable mes de octubre, la tierra desnuda, estéril, muerta. Hemos trabajado mucho. Matamos todo. Diez mil toneladas de DDT. No ha quedado una rana, una víbora, ni siquiera una mosca marciana. Crepúsculo permanente, señor Stendahl, estoy orgulloso. Unasmáquinas ocultas oscurecen el sol. Todo es siempre adecuadamente «siniestro». Stendahl respiró la tristeza, la opresión, los vapores pestilentes, toda la «atmósfera» tan delicadamente concebida y adaptada. ¡Y la Casa! ¡Ese horror tambaleante, la laguna maléfica, los hongos, la extendida putrefacción! ¿Quién podía adivinar si era o no de material plástico? Stendahl miró el cielo de otoño. En algúnsitio, allá arriba, más allá, muy lejos, estaba el sol. En algún sitio era abril en Marte, un mes amarillo de cielo azul. En algún sitio, allá arriba, descendían las naves con una estela de llamas, dispuestas a civilizar un planeta maravillosamente muerto. Pero el fragor de los cohetes no llegaba a este mundo sombrío y silencioso, a este antiguo mundo otoñal y a prueba de ruidos. -Ahora que mi tareaha terminado -dijo el señor Bigelow, intranquilo-, ¿puedo preguntarle qué va a hacer usted con todo esto? -¿Con Usher? ¿No lo ha adivinado? -No. -¿El nombre de Usher no significa nada para usted? -Nada. -Bueno, ¿y este nombre: Edgar Allan Poe? El señor Bigelow meneó la cabeza. -Por supuesto -gruñó delicadamente el señor Stendahl, con desaliento y desprecio a la vez-. ¿Cómo pude pensar que conoce albendito señor Poe? Murió hace 2

mucho tiempo, antes que Lincoln. Quemaron todos sus libros e la Gran Hoguera. n Hace ya treinta años... ---Ali -dijo juiciosamente el señor Bigelow-. ¡Uno de aquellos! -Sí, Bigelow, uno de aquéllos. Allí ardieron Poe y Lovecraft y Hawthorne y Ambrose Bierce, y todos los cuentos de miedo, de fantasía y de horror, y con ellos los cuentos del futuro.Implacablemente. Se dictó una ley. Oh, no era casi nada al principio. Mil novecientos cincuenta y mil novecientos sesenta. Primero censuraron las revistas de historietas, las novelas policiales, y por supuesto, las películas, siempre en nombre de algo distinto: las pasiones políticas, los prejuicios religiosos, los intereses profesionales. Siempre había una minoría que tenía miedo de algo, y una gran...
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