Las Cosmicómicas

Páginas: 14 (3352 palabras) Publicado: 19 de febrero de 2013
ITALO CALVINO, Las cosmicómicas (1965).
Un signo en el espacio
Situado en la zona exterior de la Vía Láctea, el Sol tarda casi 200 millones de años en
cumplir una revolución completa de la Galaxia.
Exacto, es el tiempo que se tarda, nada menos -dijo Qfwfq-, yo una vez
al pasar hice un signo en un punto del espacio, a propósito, para poder
encontrarlo doscientos millones de años después,cuando pasáramos por allí
en la próxima vuelta. ¿Un signo cómo? Es difícil decirlo, porque si uno dice
signo, ustedes piensan en seguida en algo que se distingue de algo, y allí no
había nada que se distinguiese de nada; ustedes piensan en seguida en un signo
marcado con cualquier instrumento o con las manos, instrumento o manos
que después se quitan y en cambio el signo queda, pero en aqueltiempo no
había instrumentos todavía, ni siquiera manos, ni dientes, ni narices, cosas
todas que hubo luego, pero mucho tiempo después. Qué forma dar al signo,
ustedes dicen que no es un problema, cualquiera que sea su forma, un signo
basta que sirva de signo, es decir que sea distinto o igual a otros signos;
también esto es fácil decirlo, pero yo en aquella época no tenía ejemplos a queremitirme para decir lo hago igual o diferente; cosas para copiar no había, y ni
siquiera se sabía qué era una línea, recta o curva, o un punto, o un saliente, o
una entrada. Tenía intención de hacer un signo, eso sí, es decir, tenía intención
de considerar signo cualquier cosa que me diera por hacer; así, habiendo
hecho yo, en aquel punto del espacio y no en otro, algo con propósito de
hacerun signo, resultó que había hecho un signo de veras.
En fin, por ser el primer signo que se hacía en el universo, o por lo
menos en el circuito de la Vía Láctea, debo decir que salió muy bien. ¿Visible?
Sí, muy bien, ¿y quién tenía ojos para ver, en aquellos tiempos? Nada había
sido jamás visto por nada, ni siquiera se planteaba la cuestión. Que fuera
reconocible con riesgo de equivocarse,eso sí, debido a que todos los otros
puntos del espacio eran iguales e indistinguibles, y en cambio éste tenía el
signo.
Así, prosiguiendo los planetas su giro y el Sistema Solar el suyo, pronto
dejé el signo a mis espaldas, separados por campos interminables de espacio.
Y yo no podía dejar de pensar cuándo volvería a encontrarlo, y cómo lo
reconocería, y el placer que me daría, en aquellaextensión anónima, después
de cien mil años-luz recorridos sin tropezar con nada que me fuese familiar,
nada por cientos de siglos, por miles de milenios, volver y que allí estuviera, en
su lugar, al como lo había dejado, mondo y lirondo, pero con aquel sello -
digamos- inconfundible que yo le había dado.
Lentamente la Vía Láctea se volvía sobre sí misma con sus flecos de
constelaciones y deplanetas y de nubes, y el Sol, junto con el resto, hacia el
borde. En todo aquel carrusel sólo el signo estaba quieto, en un punto
cualquiera, al reparo de cualquier órbita (para hacerlo me había asomado un
poco a los márgenes de la Galaxia, de manera que quedase fuera y el girar de
todos aquellos mundos no se le fuese encima), en un punto cualquiera que ya
no era cualquiera desde el momentoque era el único punto que seguramente
estaba allí, y en relación con el cual podían definirse los otros puntos.
Pensaba en él día y noche; es más, no podía pensar en otra cosa; es
decir, era la primera ocasión que tenía de pensar en algo; o mejor, pensar en
algo nunca había sido posible, primero porque faltaban cosas en qué pensar, y
segundo porque faltaban los signos para pensarlas, perodesde el momento
que había aquel signo, aparecía la posibilidad de que el que pensase, pensara
en un signo, y por lo tanto en aquél, en el sentido de que el signo era la cosa
que se podía pensar y el signo de la cosa pensada, o sea de sí mismo.
Por lo tanto la situación era ésta: el signo servía para señalar un punto,
pero al mismo tiempo señalaba que allí había un signo, cosa todavía más...
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