Las Drogas

Páginas: 46 (11382 palabras) Publicado: 14 de agosto de 2012
TEMA 1




APRENDER LA SABIDURÍA
DEL CUIDADO
DE “SÍ MISMO”[1]




Emma Martínez Ocaña, it




Profesora de Psicología de la Religión.
Asociación de Teólogas Españolas.










Hermanos Menesianos

Provincia de Nuestra Señora del Pilar
(España, Chile, Bolivia)












Estas páginas tienen comopunto de partida una preocupación que me acompaña desde hace tiempo: ¿por qué en la experiencia de vida de muchos religiosos y religiosas vivir en comunidad no es una ayuda para madurar como personas, ser más felices, y encontrar el sentido y el humor necesario para hacer de sus vidas transparencia de la Buena Noticia de Jesús?.

A esta pregunta se puede responder desde muchas perspectivas. Yovoy a situarme desde la perspectiva desde la que me muevo, la psicoespiritual. Situarme en esta perspectiva no es negar otras, ni absolutizar la que presento, es sólo ofrecer un lugar de análisis y unos caminos que puedan ayudar.

Contestar al por qué es hacer un diagnóstico, éste es siempre parcial y limitado.

Desde mi experiencia puedo afirmar que en muchas comunidades y fraternidadescristianas crecer en madurez personal y grupal, ser más felices[2], preocuparnos por el propio cuidado y el cuidado de los demás miembros de la comunidad no son objetivos operativos prioritarios.

Puede ser que estén de fondo en algunos casos, pero muchas congregaciones religiosas hoy están tan preocupadas, unas por la propia supervivencia del grupo, el número de vocaciones, las obrascorporativas.., otras tan centradas en fa tarea-misión, que se olvidan o marginan esos otros objetivos. Incluso diría más, para algunos grupos esos no serían objetivos propios de la vida religiosa, de las comunidades cristianas; para otros eso es “mirarse el ombligo” o centrarse en sí mismos, en sí mismas, vivir egoístamente.

Debajo de éstas posturas está el desconocimiento experiencial de que el amor,objetivo prioritario de la vida, es una realidad que sólo se puede vivir cristianamente en una triple dimensión: a Dios, sobre todas las cosas, al prójimo y a sí mismo.

No nos han enseñado a cuidarnos a nosotros mismos ni en nuestro proceso educativo, ni mucho menos en el camino de nuestro crecimiento cristiano. No está integrado en la espiritualidad cristiana el amor a sí mismo, el cuidado desí mismo, la responsabilidad personal sobre la satisfacción de las propias necesidades y deseos. Tampoco está integrada ni teórica, ni prácticamente la convergencia profunda entre madurez humana y madurez cristiana, que no es negar la originalidad del dinamismo cristiano, ni psicologizar la vida espiritual. Los dualismos ancestrales que aún permanecen en el subsuelo de nuestra concepción de la vidaespiritual nos juegan muy malas pasadas.

Uno de los aspectos en los que yo he constatado una mayor carencia en miembros de comunidades religiosas y fraternidades cristianas tiene que ver, de un modo especial, con la responsabilidad en torno al cuidado de uno mismo y también, en muchos casos, en el cuidado mutuo de los miembros entre sí, como si el cuidado y la preocupación tuviese que versiempre con los de “fuera”, con las personas a las que hay que atender y servir en función de la misión. Más de una vez he escuchado en la consulta terapéutica la queja amarga de algunas personas religiosas que lamentan no encontrar- se entre los “marginados” a los que con tanta dedicación y abnegación se entregan algunos miembros de su comunidad.

Sin duda, la vocación-misión cristiana estácentrada en la lucha por la transformación de este mundo según el sueño de Dios revelado en Jesús y por tanto en la construcción de un mundo de hijos y hermanos. Pero eso ¿cómo va a ser posible lucharlo fuera si no somos capaces de vivirlo en las propias comunidades?, ¿cómo haremos creíble que trabajamos por la paz, la justicia, el cuidado por la satisfacción de las necesidades de los otros y la...
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