Las Normas del gusto de Hume

SOBRE LA NORMA DEL GUSTO

L

a gran variedad de gustos, asi como de opiniones, que prevalece en el mundo, es demasiado obvia como para que haya
quedado alguien sin observarla. I-Iasta hombres de liillitados
conocimientos serian capaces de seiialar una diferencia de gustos
en el estrecho circulo de sus amistades, incluso cuando las personas hayan sido educadas bajo el mismo tip0 de gobiernoy hayan
embeb'ido pronto 10s mismos prejuicios. Pero aquellos que pueden
ampliar sus miras contemplando naciones distintas y edades remotas quedan todavia m b sorprendidos de esta gran inconsistencia y
contraposici6n. Podemos calificar de barbara a cualquier cosa que
se aleje mucho de nuestro propio gusto y aprehensi6n; per0 hallamos a1 punto que este t6rmino oprobioso nos es devuelto. Y lapresunci6n y arrogancia mayores acaban por alarmarse a observar
1
que existe una idkntica seguridad en todas partes, y vacila, en
inedio de tal contienda de opiniones, en pronunciarse categ6ricamente en su propio favor.
Este hecho de la variedad del gusto, que es .alga obvio hasta
para 10s investigadores mis descuidados, si se examina con mis
deteninliento se encontrara que en realidad estodavia mayor de lo
que parece. Los sentimientos de 10s hombres con respecto a la
belleza o la deformidad de cualquier tip0 difieren, a menudo, inclu-

carse por la naturaleza misma del lenguaje. La palabra virtud, con
su equivalente en cada idioma, implica elogio, y la de vicio, censura. Y nadie, sin caer en la mBs obvia y crasa impropiedad de lenguaje, podria adscribir un valor de censura aun tBrmino que en la
acepcibn general se toma en sentido positivo, u otorgar su aplauso alli donde la frase requiere desaprobacidn. Los preceptos generales de I-Iomero, en 10s casos en que 10s da, nunca serBn discutidos; pero es evidente que cuando represents escenas de
conductas particulares, y describe el heroism0 de Aquiles y la prudencia de Ulises, eiltremezcla un grado de ferocidad en elprimero, y de astucia y engaiio en el segundo, mucho mayor de lo que
admitiria FBnelon. El sagaz Ulises del poeta griego parece deleitarse con mentiras y patraiias, y las emplea a menudo sin ninguna necesidad e, incluso, sin beneficio alguno. Pero su hijo, mks
escrupuloso, segfin aparece en la obra del escritor Bpico franc&,
se expone a 10s peligros mis inminentes antes que alejarse de la
linearecta de la verdad v la sinceridad.
.---

so cualdo su discurso general es el misino. Hay ciertos tBrminos
en cads lenguaje que suponen censura y otros elogios, y todos los
llombres que utilizan el nlismo idioma deben estar de acuerdo en
la aplicaci6n de tales tBrnlinos. Todas las voces se unen para aplaudir la elegancia, la adecuacidn, la simplicidad y el ingenio de lo literario, y tambiBnpara censurar lo rimbombante, la afectacibn, la
frialdad y la falsa brillantez. Pero cuando 10s criticos pasan a considerar casos particulares, esta aparente unanimidad se desvanece,
p se encontrarzi que han asignado significadosmuy diferentes a sus
expresiones. En todas las materias cientificas y de opinidn sucede
lo contraiio: aqui la diferencia entre 10s hombres se ve que radica,
mBs amenudo, en lo general que en lo particular, y que es menor
en realidad de lo que parece. Una explicacibn de 10s tBrnlinos
einpleados zanja normalmente la discusibn, y 10s mismos contendientes se sorprenden a1 ver que habian estado discutiendo cuando en el fondo estaban de acuerdo en sus juicios.
Quienes basan la moralidad en 10s sentimientos m b aue en la
razdn, se inclinan a entender la 6ticabajo la perspectiva anterior
y a sostener que en todas las cuestiones que afectan a la conducta y las costumbres, la diferencia entre 10s hombres es realmente
mayor de lo que parece a primera vista. Ciertamente, es evidente
que escritores de todas las nacionalidades y Bpocas han coincidido en aplaudir la justicia, la humanidad, la magnanimidad, la prudencia y la veracidad, e igualmente, en...