licenciada

La rebelión del hambre

Por fin ha cuajado la rebelión en el espíritu del indio. Reune de sí las pocas fuerzas que le quedan, y sale al campo dispuesto a morir combatiendo la metralla que a morirpor hambre. Por fin ha comprendido.

El huasipungo es su último dolor, su dolor macho hecho carne que corroe. La sangre circula por las venas llamando a rebelión abierta, flameando lo rojizo desus glóbulos. En los estómagos se siente el grito de guerra: guerra. Y comienza la guerra en defensa de sus huasipungos. Pero el ladrido de la metralla policial es más poderoso, el fusil delterrateniente más rápido. Un rosario de cuentas de plomo se desgrana sobre los pechos de los indios. Las barricadas son impotentes para resistir el empuje de la s[o]ldadesca. “Aúlla el dolor por todas lasbocas. Los ayes se revuelcan formando nidos de lodo sanguinolento. Los guaguas mueren en el regazo de las madres, las indias mueren en el regazo de los alaridos infantiles. Entre nubes de polvo yde dolor, los pocos indios y los pocos muchachos que quedan se defienden a piedra. De improviso, a la mandíbula inferior de la zanja le brotan dientes de bayonetas; el refugio se convierte en hocicocarnívoro que se goza en triturar a la indefensa indiada con sus caninos de acero”. Sigue así la batalla, signe así la sangre tiñendo los campos que darán frutos al patrón y a las ciudades.

Lalucha ha sido recia, pero ahora no ha quedado el hambre sino la guerra. Los indios han quedado tirados a las puertas de sus huasipungos, junto a sus mujeres y sus hijos, entre el pavor de la muerte queviene lamiendo restos y sangre. Cada cuerpo despedazado por la metralla ha sido una fortaleza de rebelión y de protesta. Han caído vencidos, tal vez por el hambre y la, fatiga y no por las balasenemigas; algunos han quedado irguiendo los brazos flácidos como banderas de amenaza, como pendones de desafío, como símbolos de insurrección do la raza del color del bronce.

Así han quedado los...