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”Compañeros poetas, tomando en cuenta los últimos sucesos en la poesía, quisiera preguntar
—me urge—, ¿qué tipo de adjetivos se deben usar, para hacer el poema de un barco…” Así comienza la conocida canción del cubano Silvio Rodríguez sobre los acontecimientos en Playa Girón y el barco del mismo nombre. Si vemos el barco como un metáfora de revolución, Rodríguez plantea (quizáinconscientemente) muy bien el dilema que muchos poetas, escritores e intelectuales enfrentaban durante los años 50 y 60 – como ellos mismos podían describir y hasta apoyar la revolución política, social, mental y cultural que estaba transvasando y permeando el continente y la vida cotidiana de tantas personas durante estos años, “… sin que se haga sentimental, fuera de vanguardia o evidente panfleto”. ¿Cómopodían participar? ¿Qué temas tocar? En qué forma y con qué lenguaje y estructuras narrativas? Las respuestas de diferentes autores a estas preguntas van a ser el hilo conductor de este breve comentario sobre la revolución y la literatura en los años 50 y 60, dado que cada escritor veía el conflicto y el dilema desde diferentes horizontes.
Como veremos más tarde en la obra “el perseguidor”,Julio Cortázar tenía una punta de vista muy clara acerca del asunto. En una famosa polémica con Oscar Collazos sobre la fuga de realidad en las obras de Cortázar (Literatura en la revolución y revolución en la literatura), Cortázar argüía que no se trataba solamente de tener un contenido revolucionario, sino revolucionar la manera y la forma en que se escribía una novela – apoyándose en la conjetura,la trama pluridimensional y la fractura del lenguaje, entre otros. Esta perspectiva refleja en gran medida el idea de Cortázar sobre las diferencias entre lectores hembras y machos, que, a pesar de su connotaciones de géneros, eran dos prototipos que se podía crear mediante la literatura; la primera aceptaba de forma pasiva lo que el autor proponía, buscando la identificación emocional con lospersonajes, siendo incapaz de descodificar algo complejo. Contrapuesto había el lector macho que no aceptaba lo dado, buscaba lo desconocido y gozaba de emociones nuevas. Eso suponía una alta carga en el estilo narrativo de los escritores, y según Cortázar, “uno de los más agudos problemas latinoamericanos era que estaban necesitando más que nunca los Che Guevara del lenguaje, los revolucionarios dela literatura más que los literatos de la revolución”.(p.422)
En la historia corta de “Continuidad de los parques” se ve reflejado un intento de Cortázar de mistificar el lector ya que presenta un laberinto de narración; lo que primeramente parece ser un cuento de un hombre, leyendo sobre dos amantes ficticios, se convierten al fin en una pregunta abierta con la oración – “…el alto respaldo de unsillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela” – ¿está el lector en el cuento realmente leyendo un cuento sobre sí mismo, viéndose desde afuera? ¿Se conocen las personas mencionadas? Los dos universos narrativos se cruzan (tal vez), lo que deja el lector más bien perplejo y confundido, un intento sencillo a la ambigüedad y conjetura de la realidad ya mencionado.Pero en la obra “El Perseguidor”, Cortázar intenta en mayor medida ser un revolucionario de la literatura, un vanguardista, en la manera en que ese libro intenta confundir y a la vez crear el lector (macho) con un estilo narrativo mucho más complejo y avanzado que el de Continuidad de los Parques. La novela trata de la relación entre el periodista Bruno y el musicante de jazz Johnny Carter(parafraseando el musicante Charlie Parker “Bird”) y la ultima parte de vida del ultimo en Paris y Nueva York; sus ensayos, conciertos, grabaciones, y actividades con la música, las mujeres y las drogas. Johnny Carter es el genio de jazz, impulsivo, extravagante mientras Bruno le toca el papel de testigo/narrador de los acontecimientos de Johnny, observándole desde una perspectiva conformista,...