LOS ATOLEROS DEL PARROQUIA

Páginas: 9 (2153 palabras) Publicado: 28 de septiembre de 2013
Esta historia sucedió allá por el año de 1,915, antes de los terremotos del 17. Casi principiaba el siglo y la vida cotidiana se desarrollaba corrientemente en la ciudad de Guatemala. Muy cerca de la iglesia de la Parroquia se improvisaba un pequeño mercado donde la atracción lo constituían las ventas de atol en sus diferentes sabores. Don Herculiano y doña Mina, eran los propietarios de uno deestos negocios que, a base de calidad, luchaban diariamente por vender su producto.

— ¡Pasen… pasen, que tenemos atolillo, atol de tres cocimientos, arroz en leche y, para los que empinaron el codo anoche más de la cuenta, hay atol blanco con su respectivo chile, frijolitos y pepitoria molida! Doña Mina, que con un blanco limpiador le sacaba brillo a los vasos y secaba las escudillas de barro,frenó en sus gritos a don Herculano. — ¡Callate vos Herculano, ya la gente sabe y sin necesidad de estarte desgalillando nos compran! —a lo que airoso respondió don Herculano: —Vos siempre metiéndote de shute en lo que uno hace, no ves que la competencia está juerte y si nos descuidamos la nía Vicenta nos quita la clientela, mejor atendé a la gente y dejá de estar regañando.
Los vecinos se reuníanen los distintos puestos degustando las bebidas calientes. A lo lejos, doña Mina divisó la figura inconfundible de don Chepe, que se abría paso entre los compradores tratando de llegar al puesto.
— ¿De qué le damos su atol, chulito? —preguntó la mujer a don Chepe. —Me extraña doña Mina, ya sabe usté qué lo quiero, con chile y toda la cosa porque me estoy muriendo… —muriéndose de la goma andausté, don Chepe, pero no quita maña, no quita maña. Pero aquí viene su escudilla de atol blanco con suficiente chile para que sude y salga la gomarabia y quede como nuevo.
Don Herculano se acercó a su esposa y le dijo al oído que no se tomara esas confianzas con el hombre porque se podía enojar y era buen cliente. Don Chepe se tomó su escudilla y se apartó del grupo sentándose en una banca cercana alpequeño negocio. Don Chepe no fallaba los lunes y era buen cliente; a veces hasta tres o cuatro amigos llevaba.
— ¡Hay tiras y revolcado! ¡Patitas a la vinagreta para llevar o comer aquí! —Don Herculano continuaba publicitando sus productos a voz en cuello. Las viandas pasaban de un lado para otros abriendo el apetito a los parroquianos que iban llegando por grupos. De un comal caliente ibansaliendo las tortillas humeantes que complementaban los pequeños platos. Uno De los hombres allí reunidos temblaba al tomar el atol blanco, por momentos se pensaba que botaría la escudilla con el hirviente alimento, pero por supuesto que la tembladera no era precisamente por la emoción de haber conseguido su escudilla con atol blanco.
—Yo no sé cómo aguanta don Chepe, pero en una de estas, Dios nolo quiera, nos puede dar un susto, ya que le entra al guaro con fe y alegría.
—Callate hombre, por favor. Mirá que te puede oir.
—Si solo es un comentario, no estoy hablando mal de él y, por el contrario, le deseyo todo el bien del mundo, mujer…
Doña Mina continuaba atendiendo a la clientela y hablando en voz baja con su marido.
—Ay, pero no sé porqué los hombres no hacen caso. Ya ves lasmalmatadas que le da la mujer y ni así hace caso el pobre de don Chepe.
—Es muy su vida, mujer, es muy su vida. Y él sabe lo que hace porque ya está grandecito y comprende el bien y el mal.
—Menos mal que se fue a tomar su atol hasta allá, por un momento pensé que te había oído. Pero cállate que allí viene a cancelar la cuenta.
El hombre, ya con otra cara, llegaba hasta el punto donde doña minaatendía a su clientela. La mujer, muy zalamera y con un cantadito muy suyo, preguntó a don Chepe:
— ¿Algo más don Chepe…?
—Gracias, aquí le pago y nos vemos otro día.
—Bueno, a portarse bien que nada le cuesta y a chambiar que es lo mejor.
—Yo me porto bien, doña Mina, la que arruina el asunto es la Julia, mi mujer. Con ese carácter que tiene; ya no la aguanto, es más celosa que los celos y me...
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