LOS FANTASMAS DEL ESTADIO NACIONAL FINAL

LOS FANTASMAS DEL ESTADIO NACIONAL











Dimas Arrieta Espinoza











































En memoria
De todos los peruanos que murieron
En el viejo Estadio Nacional
La fatídica tarde del 24 de mayo de 1964










































La pelota hierve en ruido seco y sordo de metralla,
se revuelca una epilepsia de colores
y ya estás frente a la valla
conel pecho... el alma... el pie...
y es el tiro que en la tarde azul estalla
como un cálido balazo que se lleva la pelota hasta la red.

Juan Parra Del Riego
































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–¡Atención! ¡Atención! ¡Al gasfitero Falla, acercarse a la puerta 23...!
Entonces, yo corría, con el maletín de herramientas en mano con dirección adonde la voz anunciaba. Sudaba la gota gorda, sobre todocuando los partidos se realizaban en el verano, a pleno sol o en la noche. Igual empapaba la camisa al correr precipitado para arreglar la grifería de los baños que los forajidos asistentes a los partidos dañaban. Los sentimientos fluctuaban entre si se ganaba o se perdía; pero igual malograban los caños.
Tres veces repetían mi nombre: “¡El gasfitero Falla!”. Esa voz nasal retumbaba en todo elEstadio Nacional. Coreaban a sus equipos y a veces todo el estadio, al unísono, ovacionaba cuando la selección peruana jugaba encuentros internacionales. Los hinchas salían desencantados, con una bronca que eran capaces de pelearse con cualquiera que se les presentara. Lo mismo de siempre: ¿Por qué perdíamos si jugábamos bonito? ¿Por qué Perú no clasificaba para el mundial? ¿Qué era lo que estabapasando? ¿Cuál era la maldición? ¿Por qué padecía el pueblo peruano? Yo lo sabía muy bien, pero esas cosas no se podían hablar así por así, a cuatro vientos. En verdad, lo sabía también el Negro Bomba.
Hacía ya muchos días que tenía esos fieros sueños, me despertaba angustiado sudando a chorros, escuchaba los tremendos griteríos en las tribunas, en el mismo campo del Estadio Nacional. Había noches enque no le hacía caso. Mi mujer se despertaba asustada, pero yo le decía: “no les hagas caso, ya duerme. Estoy acostumbrado a esos ruidos”.
Es más, aprendí a vivir con los fantasmas que gritan, aúllan, vociferan. Unos en las tribunas, otros en el mismo estadio. Los que fastidiaban son los que se quedaron atrancados en la puerta de salida 11 y 16.
–Parece que tocaran y patearan las puertas. ¿Cómopuedes dormir con tanto escándalo? ¡Sal a ver qué está pasando! ¡No duermas! No es la primera vez que me pasa esto cuando llego a estar contigo aquí, al estadio. Ya no voy a venir...
–¡Tranquila! Ya voy a salir a hacerles su secretito y una oración. Voy a echarles agua bendita. Ya vas a ver que se adormecen. Tú solo ora como lo haces en tu iglesia; nada más... y verás que todo se va a calmar yvamos a poder descansar...
Temblaba cogida de mi brazo, me ayudaba a echarles agua bendita por donde los ruidos y los murmullos se oían. Lograba detectar sombras. “Allí, allí”, me decía. Yo miraba y no podía ver lo que ella contemplaba. Tenía pues esa cualidad de ver lo que nosotros no podemos; como quien dice tenía “ojos de ver”. Después retornábamos a la cordura y descansábamos; incluso hacíamos elamor y ya no pasaba nada. Nos dejaban en paz. Dicen que cuando uno se quiere el amor vence a este tipo de oscuridades.
Ella llegaba, al principio, para acompañarme los fines de semana. Después ya no quiso más ir a dormir al estadio. Ello me apenó enormemente, porque yo más estaba en el Estadio Nacional que en mi casa. La he querido mucho, la he amado no solo porque me ha dado mis hijos, sinoporque ha sido una mujer de lealtades, y eso debemos premiar los hombres en una mujer: la lealtad.
En otras noches tuve que salir a hacerles su oración, soplarles agua bendita de siete iglesias, quemar palo santo y sahumar los lugares donde se dieron los dramáticos sucesos. Todas estas cosas teníamos que realizar como un ritual, con oraciones especiales. El negro Víctor Vásquez, me trajo el libro...