Luciernagas

Páginas: 133 (33069 palabras) Publicado: 9 de mayo de 2011
AKIYUKI NOSAKA

LA TUMBA DE LAS LUCIÉRNAGAS
LAS ALGAS AMERICANAS
(Dos novelas breves)

Traducción de
LOURDES PORTA Y JUNICHI MATSUURA

BARCELONA 1999 EL ACANTILADO
PRIMERA EDICIÓN noviembre de 1999
TÍTULOS ORIGINALES Hotaru no haka y Amerika hijiki

Publicado por:
EL ACANTILADO

Quaderns Crema, S. A., SociedadUnipersonal
Muntaner, 462 - 08006 Barcelona
www.elacantilado.com
correo@elacantilado.com
Tel.: 934 144 906 - Fax: 934 147 107

Amerika Hijiki: © 1967 by Akiyuki Nosaka
Hotaru no haka: © 1968 by Akiyuki Nosaka
© de la traducción: 1999 by Lourdes Porta y Junichi Matsuura
© de esta edición: 1999 by Quaderns Crema, S.A.

Original Japaneseedition published by Bungeishunju Ltd.
Spanish translation rights arranged with Akiyuki Nosaka through
Japan Foreign-Rights Centre

Derechos exclusivos de edición en lengua castellana: Quaderns Crema, S. A.

isbn: 84-95359-06-5
depósito legal: b. 49.705 - 1999

La traducción de esta obra cuenta con la ayuda
de la Association for 100 Japanese Booksjulio hurtado Corrección de pruebas
nacho guilera Ilustración de la cubierta
marta serrano Producción gráfica
mercè pujadas Producción editorial
víctor igual, s.l. Preimpresión
romanyà-valls Impresión y encuadernación

Akiyuki Nosaka es una celebridad en Japón (Kamakura, 1930). Damnificado de Kobe, su vida fue la de un huérfano vagabundo yadquirió, en palabras suyas, sobrada experiencia en la «escuela de las ruinas calcinadas y del mercado negro». Luchador de boxeo rápido, cantante pop y figura pública, se hizo famoso con una novela delirante, Los pornógrafos (1966), pero las obras que hoy presentamos lo han convertido en una de las figuras más relevantes de la literatura japonesa de posguerra.

ÍNDICE

LA TUMBA DE LASLUCIÉRNAGAS 6
LAS ALGAS AMERICANAS 24

LA TUMBA DE LAS LUCIÉRNAGAS

Estaba en la estación Sannomiya, lado playa, de los ferrocarriles nacionales, el cuerpo hecho un ovillo, recostado en una columna de hormigón desnuda, desprovista de azulejos, sentado en el suelo, las piernas extendidas; aunque el sol le había requemado la piel, aunque no se había lavado en un mes, las mejillasdemacradas de Seita se hundían en la palidez; al caer la noche contemplaba las siluetas de unos hombres que maldecían a voz en grito—¿imprecaciones de almas embrutecidas?—mientras atizaban el fuego de las hogueras como bandoleros; por la mañana distinguía, entre los niños que se dirigían a la escuela como si nada hubiera sucedido, los furoshiki[1] de color blanco y caqui del Instituto Primero de Kobe, lascarteras colgadas a la espalda del Instituto Municipal, los cuellos de las chaquetas marineras sobre pantalones bombachos de la Primera Escuela Provincial de Shôin, situada en la parte alta de la ciudad; entre la multitud de piernas que pasaban incesantemente junto a él, algunos, al percibir un hedor extraño—¡mejor si no se hubieran dado cuenta!—, bajaban la mirada y esquivaban de un salto,atolondrados, a Seita, que ya ni siquiera se sentía con fuerzas para arrastrarse hasta las letrinas que estaban frente a él.
Los niños vagabundos se arracimaban junto a las gruesas columnas de tres shaku[2] de ancho, sentados uno bajo cada una de ellas como si buscaran la protección de una madre; que se hubieran apiñado en la estación, ¿se debía, quizá, a que no tenían acceso a ningún otrolugar?, ¿a que añoraban el gentío que la abarrotaba siempre?, ¿a que allí podían beber agua?, ¿o, quizá, a la esperanza de una limosna caprichosa?; el mercado negro, bajo el puente del ferrocarril de Sannomiya, empezó justo entrar septiembre con bidones de agua, a cincuenta sen[3] el vaso, en los que habían diluido azúcar quemado, inmediatamente pasó a ofrecer batatas cocidas al vapor, bolas de...
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