Ludica Macabrica

LUDICA MACABRICA

Mambrú se fue a la guerra que dolor que dolor que pena, Mambrú se fue a la guerra no sé cuando vendrá. 

Nadie se imaginó nunca que esa frase sobre Mambrú, propia de una ronda infantil, dejaría de ser usada para jugar a la guerra y empezaría a ser vivida no como parte de una premonición sino de una macabra y penosa realidad: nuestros niños colombianos no sólo van a laguerra, sino que son sus principales víctimas y, lo más doloroso y reprobable, son, en muchas ocasiones, los trofeos con que los actores irregulares premian su estupidez y torpeza, cuando los secuestran, los desaparecen, los mutilan y los desplazan.
Colombia está al lado de Uganda, Somalia, Liberia, Sierra Leona, Sudán o Kosovo en esa lista que registra la infamia de la vinculación de niños y niñas enlas filas de organizaciones armadas irregulares. No sólo por los daños que los niños y niñas sufren en carne propia con ocasión del conflicto, o por los que sufren sus padres o familiares, sino por las oportunidades que la confrontación les quita en salud, educación y vivienda, es que la infancia y la juventud colombiana resultan ser los rangos poblacionales más afectados en el país.
Lanecesidad de aumentar los recursos públicos destinados a la seguridad y a la defensa de las instituciones democráticas es ineludible. A pesar de los ajustes que requiere el sistema político y democrático del país y no obstante los cambios que debemos introducir en la lucha contra la corrupción y la búsqueda de estructuras económicas más acordes con el crecimiento económico, con la distribución delingreso, con el desarrollo y el acceso de los más pobres a las oportunidades sociales, sabemos que no es con base en la fuerza de la insensatez y de la atrocidad de las organizaciones armadas ilegales como se logran las conquistas sociales.  No, así No y mucho menos con actos tan censurables que, además, arrastran a sus espaldas modelos probadamente inoperantes. Por ello, la seguridad frente a esosdesmanes es también un derecho y la inversión pública en ella una necesidad. Por supuesto, que siempre dentro de los cánones de respeto a los derechos fundamentales a los que debemos honrar cada día para aprender a depositar en ellos nuestra fe en la convivencia y nuestra vivencia en la cotidianidad. No obstante, no deja de ser doloroso, pues sabemos que de no existir el conflicto, muchos de esosinsumos económicos que indefectiblemente deben invertirse en seguridad, podrían servir para abrir más cupos escolares, a fin de atender a los 3´000.0000 de niños que no tienen un lugar en las escuelas colombianas o para afiliar a nuevos ciudadanos al régimen de seguridad social en salud o para todos la tareas que guardan relación con el desarrollo y progreso de la infancia. 
Si el conflicto noexistiera podríamos disponer de un contexto compatible con la generación de empresas y, por ende, con la superación del desempleo, con lo cual millones de familias, y con ellas los niños, resultarían beneficiados. De no existir el conflicto armado el crecimiento de la economía en los últimos 10 años habría sido el doble del obtenido y el desempleo sería de la mitad, es decir, 1´500.000 desempleadosmenos. Tristemente esa es la situación de hoy. Por ello, ni el Estado ni la sociedad deben claudicar en la búsqueda de los caminos que permitan la consolidación de la convivencia y el fin de la violencia que lacera cuerpos. y corazones inocentes. Los debates sobre la infancia y la juventud están llenos de desafíos distintos que guardan relación con aspectos más encomiables de la naturaleza humana,con la mejoría permanente, continua y sostenible de su bienestar. 
Mientras en muchas zonas la cobertura escolar es del 100%, el sistema de salud llega a todos los ciudadanos y la ciencia médica se apresta a dar partes de victoria contra las enfermedades que aquejan a la infancia, en Colombia, rezamos para que algún día a los hijos de nuestra geografía no les peguen un tiro, no les arrojen un...