Magister
Dicen los que saben que de la abundancia del corazón habla la boca. Escuchemos o leamos las palabras para descubrir entonces lo que hay en el corazón.Muchos reconocidos periódicos internacionales, como es connatural a su oficio, han seguido con gran interés los últimos eventos de la revolución en Libia y de la catástrofe natural, y ahora radioactiva enJapón.
Lo que no es común y para nada natural al oficio periodístico, es dar un tono desencarnado e insensible a la información. Basta consultar en un buscador de internet cualquiera digitando lapalabra Libia o Japón para obtener los más tristes resultados.
Sí, tristes resultados. Pero no por la tragedia humana o por la crisis humanitaria que se vive en ambas naciones. Ni tampoco por losmiles de desplazados en Libia, inmigrantes sin rumbo, encerrados por sus propios vecinos; ni mucho menos por el incontable número de personas muertas o damnificadas en el Japón.
Tristes resultadosporque: “el sutnami de Japón tumba las bolsas europeas” (Telecinco), o porque “Bajan acciones en EEUU por preocupación sobre Japón” (Pueblo en línea), y también porque “la crisis se siente en bolsasmundiales” (El País) o “Wall street baja ante riesgos económicos por desastre en Japón” (Terra Peru), etc. Y lo que es más grave: “El mundo ha quedado privado del flujo petrolero desde Libia. Es la peornoticia de ese país” (Petroleo sin Libia. El universal). Gracias a Dios la “Unión europea estudia la posibilidad de imponer una sanción económica a Gadafi” (La Republica). Desgarrador panorama ¿verdad?Cabe preguntarse entonces: ¿Japón interesa a la comunidad internacional por qué sus miles de muertos y sus damnificados son parte integrante de la única familia humana, o porque siendo la tercerapotencia económica mundial su caída arruinaría a muchos y haría tambalear la economía del globo? Y Libia, ¿interesa por qué son miles de vidas humanas inocentes las que se están perdiendo en un desangre...
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