Mecanico Industrial
ACTO SEGUNDO
Salen el DUQUE, don JUAN y BELTRÁN, todos de
color
DUQUE: ¿Cómo los toros dejáis?
JUAN: Viéndome sin vos en ellos,
estaba de los cabellos.
¿Del juego, cómo quedáis?
Que era robado el partido.
DUQUE: Cogenérenme de picado.
He perdido, y me he cansado.JUAN: Mil cosas habéis perdido:
El descanso, y el dinero
Y los toros.
BELTRÁN: ¡Que haya juicio
que del cansancio haga vicio,
y tras un hinchado cuero,
que el mundo llama pelota,
corra ansioso y afanado!
¡Cuánto mejor es, sentado,
buscar los pies auna sota
que moler piernas y brazos!
Si el cuero fuera de vino,
aun no fuera desatino
sacarle el alma a porrazos.
Pero, ¡perder el aliento
con una y otra mudanza,
y alcanzar, cuando se alcanza,
un cuero lleno de viento,
y cuando, una pierna rota, brama un pobre jugador,
ver, al compás del dolor,
ir brincando la pelota!
JUAN: El brazo queda gustoso,
si bien la pelota dio.
BELTRÁN: Séneca la comparó
al vano presuntuoso;
y esa semejanza ha dado
sin duda al juego sabor,
porque no hay gusto mayor que apalear un hinchado.
mas, si miras el contento
de un jugador de pelota,
y un cazador, que alborota
con halcón la cuerva al viento,
¿por dicha tendrás la risa
viendo que a presa tan corta
que, vencida, nada importa,
corre un hombre tan de prisa, que apenas tocan la hierba
los caballos voladores?
¡Válganos Dios por catadores
¿Qué os hizo esa pobre cuerva?
DUQUE: De la guerra has de pensar
que es la caza semejanza,
y así el ardid, la asechanza
el seguir y el alcanzar
es gustoso pasatiempo.
BELTRÁN: ¿Mil contrauna cuerva? Sí,
bien dices; que son así
las pendencias de este tiempo.
JUAN: Beltrán, satírico estás.
BELTRÁN: ¿En qué discreto, señor,
no predomina ese humor?
JUAN: Como matas morirás.
BELTRÁN: En Madrid estuve yo
en corro de tal tijera,
que la pegaba cualquiera al padre que lo engendró;
y, si alguno se partía
del corro, los que quedaban
mucho peor de él hablaban
que él de otros hablado había.
Yo, que conocí sus modos,
a sus lenguas tuve miedo,
y -- ¿qué hago? -- estoime quedo
hasta que se fueron todos.
Pero nome valió el arte;
que, ausentándose de allí,
sólo a murmurar de mí
hicieron un corro aparte.
Si el maldiciente mirara
este solo inconveniente,
¿Hallarlas un maldiciente
Por un ojo de la cara?
JUAN: ¿Fuera por eso peor?
BELTRÁN: Espántome que eso ignores.
Másque cien predicadores
importa un murmurador.
Yo sé quién ni con sermones,
ni cuaresmas, ni consejos
de amigos sabios y viejos,
puso freno a sus pasiones,
ni sus costumbres redujo
en gran tiempo; y solamente
de temor de...
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