Melancolia
Hay muchas melancolías distintas. Al melancólico lo verás, a ratos,resignarse a esa incapacidad para “conectar”. A ratos, comportarse como un demente. En unas épocas, fue un monje al cual le va más mirar a los astros por el ventanuco de su celda que plantarvegetales; en otras, fue un filósofo que se percata del absurdo e imparable devenir de la rueda de la fortuna. La sociedad le ha prescrito, a través de los tiempos, carne de gallo viejo o prozak,alejarse de la actividad intelecutal o un fin de semana en Benidorm. Y, si ninguna de las anteriores surte efecto, lo confina a un psiquiátrico. Porque el melancólico pone patas arriba elaparente orden y eficacia burgueses, porque se niega a ser una pieza más del engranaje y porque molesta. La culpa de todo, sin embargo, la tienen los griegos. Con ellos parte este apasionante ensayoque recorre las eras tratando de entender qué son, por qué son y cómo se (mal) adaptan los melancólicos a su entorno. Necesario detenerse en cada uno de los capítulos de Melancolía porque laasí llamada es diferente e igual a sí misma y Földényi se las ingenia para hacer sentir que, sin ellos –los artistas, pensadores, músicos afectados por el mal-, esto no sería tan entretenido.
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