Messi emerge de la mediocridad

NACHO AZPARREN
Y en medio de tanto ruido emergió Messi. El tipo parece que vive en otro mundo. Ajeno a polémicas, trifulcas, debates estériles e incluso del protagonismo gratuito, Messi es el únicojugador que parece disfrutar con la esencia del fútbol. El argentino sólo sonríe al contacto con la pelota. Al Barcelona le bastaron dos chispazos de Messi para quedarse a pie y medio de la final. Enel primer tanto adoptó la forma de delantero oportunista. En el segundo, firmó una obra de arte que recordó a otro argentino con el pelo más largo, una barriga más incipiente, pero idénticas manerascon la pelota. Él solito se impuso entre la mediocridad generalizada para dejar al Barça con pie y medio en la final de la Liga de Campeones.

La otra lectura del partido señala directamente a laactuación arbitral. Al minuto 62, con más exactitud. Allí uno de los frecuentes chispazos se encontró con un charco de gasolina. Una aparatosa entrada de Pepe en una zona intrascendente del campo hizoexplotar el partido. No pareció una acción excesivamente agresiva. El árbitro, quizás impresionado por la actuación de Alves, sancionó la conducta con roja directa.

Entonces llegó el turno deMourinho. Su queja fue contestada por Wolfgang Stark de la misma manera que segundos antes. El Madrid se quedaba con un jugador menos y al partido aún le quedaba mucho jugo. El incidente alimentará lasteorías conspirativas de Mourinho, un técnico al que hay que reconocerle que su gran mérito reside en conseguir tutear al Barça. Aunque los métodos para lograrlo no sean los más ortodoxos.

Porque hastalos hechos puntuales de la segunda mitad, el partido fue un tostón. Un gatillazo en toda regla. El bodrio pueden apuntárselo a Mourinho y a Guardiola. Por calentar el partido, por insuflarle dosisextra de presión a una cita que ya debería de tenerla de por sí y por sus planteamientos conservadores. Cada uno a su manera, es cierto. Mourinho, acumulando gente por detrás del balón sin más...