Mexico

Los regalos del tiempo

Nos fuimos a Apizaquito
Mi padre estaba arruinado. Su único patrimonio, la hacienda de San Lorenzo Techalote, que había heredado junto con sus hermanas y un medio hermano de nombre Manuel Prieto, estaba en pleno desastre a consecuencia de la revolución agraria: sus mejores tierras fueron expropiadas para entregarlas a los ejidatarios. Sus extensas zonas de sembradíos demejor calidad también fueron afectadas por lo cual ya no se podía producir pulque, principal actividad de la hacienda. El fisco agobiaba a los que conservaron pocos terrenos y casas que se arruinaban poco a poco. La lucha por defender a Techalote terminó y mi padre quedó sin recursos. Decidió que nos fuéramos a vivir a Apizaquito, población avecindada a Apizaco, Tlaxcala, y que se encontraba tansólo a unas horas a caballo de la hacienda; ahí alquiló una huerta que sembró con alfalfa y tenía un pequeño conjunto de bestias: mulas y unos pocos caballos.
Apizaquito, pequeño pueblo entre dos ríos, era un lugar hermoso: una iglesia pequeña, comercios, pero sin escuelas. Nosotros, la pasábamos muy bien en cuanto que nos divertíamos yendo a nadar a un ojo de agua que alimentaba una laguna y endonde paseábamos o capturábamos ranas que hacían la delicia en nuestros desayunos. ¡Y sin tener que estudiar!

La vieja casona
En una calle sin asfalto, cerca de la estación de los ferrocarriles, principal actividad del pueblo ya que existían allí talleres de reparación para los vagones del ferrocarril, mi padre alquiló una casona grande. Era una vieja construcción. Tenía varias piezas grandespara sala y recámaras, y una gran cocina con brasero semicircular, de ladrillo y de grandes proporciones. Tenía aquella casa un gran patio, unos corrales para encerrar bestias de montar y ganado diverso, y una cochera en donde se instaló un comercio de semillas y de artículos de jarcia, ante la necesidad de tener un ingreso económico constante para los gastos de la familia. Ahí aprendí a andar yen ese lugar pasé mi niñez.
A nosotros, los muchachos, nos encantaba atender en la tienda a los compradores, a los que se les vendía maíz, cebada y otros cereales, conforme unas medidas de cubos de madera. Cuando se cerraba el negocio nuestra madre recogía el dinero, producto de las ventas de ese día, y presurosa iba a comprar la leche y el pan para la merienda. Cuando llegaba con una gran canastallena de pan, nos alborotábamos al ver los deliciosos y variados bizcochos: conchas, orejas, cocoles, besos, pingos, chamucos, cuernos, huesitos, monjas, etc., que despedían ese "santo olor" que menciona nuestro gran poeta López Velarde en su poema Suave patria.

Llega el gran cine
La parte urbana de Apizaco la constituían pocas manzanas y existían dos avenidas de cierta amplitud. En la partecentral estaba un jardín y la iglesia, en donde se veneraba a la Virgen de la Luz, patrona del pueblo.
Apizaco se conmovió con la apertura de una gran sala de cine que se denominó "Victoria", en la que se exhibieron películas de vaqueros y de ídolos cineastas como Tom Mix y John Buck. El gran acontecimiento lo constituyó la película "El jorobado de Nuestra Señora de París", con el gran intérpreteLon Chaney.
El cine se convirtió en el espectáculo preferido por el pueblo de Apizaco. Una serie fue sensacional para los chicos: "La moneda rota". Charles Chaplin y Delgadillo hicieron nuestras delicias con sus películas cómicas. Para mí, por la grandeza de los escenarios y la fuerza de la leyenda, me impactó la producción alemana de "Sigfrido", seguida por "La venganza de Krimilda". El pueblotenía también plaza de toros y recuerdo que un cartel fue sensacional. Toreaban Fermín Espinoza "Armillita" y también uno de sus hermanos, Juan Espinoza, quien después, junto con Zenaido, se convertirían en los peones de Fermín, cuya habilidad fue factor decisivo en los triunfos de esta gran figura del toreo mexicano.

Las fiestas de diciembre
Las fiestas más suntuosas en Apizaco eran las...