Mujer Martires De La Provincia De Tungurahua

Bárbula Sinaylín
Esta olvidada heroína pelileña, fue victima de la tiranía de la administración colonial. Le tocó vivir en la época de mayor explotación y barbarie que soportaron los indígenas de Tungurahua, vinculados a trabajos extenuantes en el Obraje de San Ildefonso, ubicados en las laderas de Pelileo, las que bajaban al valle de Patate. Este obraje, que funcionó desde los años 1600 conAntonio López de Galarza, había sido adquirido por los jesuitas en 1726. Luego de su expulsión decretada por el Rey Carlos III, fue ejecutada en Quito por el presidente de la Audiencia, Diguja el 20 de agosto de 1767.
Fue un verdadero complejo agrícola y manufacturero, donde había producción de tejidos, herrería, molino y aguardientes, puesto que tenían 97 cuadras destinadas a la producción de cañadulce. Además tenía siete haciendas conexas: Nitón, o Guayrapatya, Quinchibana, Tontapí Grande, Patahaló, Llangahua, Cunucyacu y Pacobamba, estas últimas en las cabeceras del río Ambato. Luego de los jesuitas, pasará a manos del feroz personaje colonial Baltasar Carriedo y Arce, más conocido como Mazorra. Bien se puede decir que contra este esquema de poderío surge la rebeldía de Bárbula o BárbaraSinaylin, según han escrito este nombre los escribanos.
Conviene saber que los indígenas que trabajaban en los obrajes eran hombres y mujeres, desde niños hasta mayores, los que salían con la muerte, de esos encierros donde vivían sometidos a laborar en varias menesteres como hilanderos, bataneros de lanas, cardadores, tintoreros, vergueadores; borregueros, gallineros, leñateros, aguateros
ymás oficios especializados. Casi nunca recibían ninguna paga, y apenas una ración de comida. Lo que sí era abundante, si no entregaban las tareas asignadas, eran los azotes que se les propinaba por cientos en las espaldas y nalgas desnudas de los infelices o el encepamiento y engrillamiento con cadenas, según se puede leer en datos como los de Francisco José de Caldas en las Noticias Secretas deAmérica de Jorge Juan y Antonio Ulloa, así como en los expedientes sobre crueldades y agravios a los indios, como los recogidos por Hugo Burgos Guevara en el archivo de Indias en Sevilla (España), o en las sublevaciones de Indígenas en la Audiencia de Quito, de Segundo E: Moreno Yánez. Véase también mi novela: Mazorra, las oces de mis Calaveras, editada por la CCE, en 2009.
Bárbula Sinaylín trabajabaen este obraje junto a sus dos hijos, Phelipe y Romualdo Llagua por el año 1768. Resulta que la codicia de los administradores había hecho que se solicitara a los trabajadores del obraje, aumento de tareas, mientras se limitaba lo que se llamaban ”socorros”, es decir, lo que los trabajadores pedían a sus amos que les ayudaran en alimentos: papas, maíz, cebada, o a veces en algún dinero para ropa,para poder mantener a sus familias. Se habían producido un altercado entre los hermanos Llagua y el administrador del obraje, Gerónimo Ruiz, porque estos le habían lanzado un cuchillo al maestro Juan Lucas Almeida. El administrador los castigó con la pena de cien azotes y se les ordenó poner grilletes. Frente a estos castigos presenciados por su madre, nada pudo hacer con sus súplicas. Más bien,según los documentos de su declaración, la respuesta fue “darle cien azotes en las nalgas, sin embargo de su edad, y de que habían servido a la hacienda, (gozando) de la estima de los amos”.
Dice Moreno Yáñez: “Acompañada de Manuel Pombosa, partió para Quito Bábula Sinaylín, con el fin de quejarse al Protector General de Naturales, por los maltratos sufridos, conseguir la libertad de sus hijos, yrequerir la destitución del maestro del obraje, oficina en la que se habían introducido tareas excesivas a cambio de escasos socorros a favor de los indios sirvientes”. Los expedientes notariales dicen que Ruiz trató primero de vengarse de la denuncia hacha en Quito; y luego trató de amedrentarles, de sobornarles de convencerles a que las cosas volvieran a su cauce, pero cuando todo estuvo a...