Necesitas una mano?
La enseñanza puede ser una profesión desafiante. Algunos días simplemente parecen no alcanzar para hacer todo lo que tienes que hacer. Cada pequeño rostro es tan ansioso, tan confiado, tan digno de tu atención. ¿Cómo puedes llegar a todos? No te alcanzan los minutos del día, especialmente cuando los pequeños rostros son de jardín de infantes. Los niños de jardín entran a la escuela listos para decirle “¡Bien!” al mundo. To‐ do los entusiasma: desde el polvo de tiza en tu hombro hasta el insecto que avanza lentamente a través de su escritorio. Son amorosos, energéticos, entusiastas, energéti‐ cos, intrigados, energéticos, motivados, energéticos, ansiosos por aprender y, ¿ya dije que también son energéticos? Trabajar con niños de jardín es como tener una habita‐ ción llena de pelotas de ping pong e intentar mantenerlas debajo del agua, todas al mismo tiempo. Pero también existen aquellos momentos que hacen que todo el es‐ fuerzo valga la pena. Y Lucy creó uno de esos momentos. La pequeña Lucy (al menos así la llamaremos) no había ido nunca al jardín. Es‐taba emocionada por las actividades, por los niños, el aula y el ruido. A Lucy le gustaba especialmente el ruido. Su hogar no era muy ruidoso. Cuando la familia hablaba no había ningún sonido. Sus padres eran sordos y mantenían todas las conversaciones mediante lenguaje de señas. Ahora Lucy experimentaba la excitación de un nuevo len‐ guaje. ¡Iba a tener que hablar! A medida que avanzaba el año escolar, Lucy florecía. Sus padres venían a las reuniones, escribían notas e incluso la escuela los ayudó a conseguir un teléfono espe‐ cial para que pudieran llamar por asuntos relacionados con la niña. Toda esta comuni‐cación era maravillosa y ¡Lucy lo aprovechó al máximo! Halloween llegó con calabazas y disfraces. Los pavos del Día de Acción de Gra‐ cias lucían plumas multicolores. ...
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