No Se Nada
El marxismo nació con la publicación, en 1848, del Manifiesto comunista, obra de Karl Marxy Friedrich Engels. Más tarde, vendrían las internacionales obreras (1864 y 1889), los partidos y sindicatos socialistas y la ansiada Revolución: la Revolución Rusa, en octubre de 1917, dirigida por Lenin, que habría de instaurar el primer régimen comunista o de socialismo real, la Unión Soviética (1917-1991).
El socialismo de Marx fue concebido como una filosofía materialista y atea,en la que la historia se interpretaba como un enfrentamiento entre clases opresoras y oprimidas. Para Marx, en su tiempo, la sociedad se presentaba dividida en dos clases antagónicas: la burguesía -los opresores- y el proletariado -los oprimidos-. El marxismo entendía que el pueblo trabajador debía tomar “conciencia de clase” y lanzarse al enfrentamiento contra la burguesía. Era pues necesaria“la lucha de clases” y la “Revolución”, es decir, la toma del poder político por la fuerza. Obtenido el poder, se instauraría la “Dictadura del Proletariado” que habría de imponer el fin de las clases y de la propiedad privada. Finalmente, la Dictadura del Proletariado, transformando la sociedad, llevaría a una sociedad perfecta, al Paraíso en la Tierra.
El marxismo se definió como ateo yenemigo de la religión, declarando que “la religión era el opio del pueblo”. Sin embargo, en los temas planteados por esta ideología descubrimos ciertos inquietantes paralelismos con la fe cristiana. Tendríamos, por ejemplo, un Pecado Original consistente en el surgimiento de la propiedad privada, una Redención a través del sufrimiento del proletariado, la víctima que habrá de rescatar con supasión a toda la Humanidad, o un Partido que se concibe a modo de Iglesia con un Comité Central que ejerce de sagrado magisterio (1). El sucesor de Lenin, Stalin, que había sido en su juventud seminarista, supo dotar al socialismo de una liturgia perfectamente representada en numerosos actos y manifestaciones del Partido Comunista, como los desfiles del 1 de mayo en la Plaza Roja de Moscú, que tantorecuerdan a las procesiones con iconos de la Iglesia ortodoxa rusa. Por no hablar del culto establecido en torno al cuerpo “incorrupto” de Lenin.
Estamos pues ante una religión laica cuyo cielo no está en el otro mundo sino que es preciso buscarlo en la Tierra. La lucha por conseguir ese objetivo, el Paraíso en la Tierra, ha llenado de sentido la vida de muchos hombres a lo largo del...
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