no somos irrompibles
2. Cuando lo engañan... Cuandoencuentra fans
dados donde debía encontrar puertas abiertas. Cuando es una rueda que gira solitaria día tras día... noche más noche... Cuando... Entonces, siente tirones desde arriba, por adelante, desde abajo, por detrás... o esun potrillito huérfano galopando dentro del pecho. ¿Se arruga? ¿Se encoge? ¿Se estira? No. Late lastimado. ¿Y cómo se cura? Solamente el amor de otro corazón alivia sus heridas.Solamente el amor de otro corazón las cicatriza. Mi amigo y yo lo sabemos. Por eso somos amigos. 10 Con el sol entre los ojos La única que se dio cuenta soy yo: Gustavo tiene un sol entre los ojos. Unpequeño sol colorado, de rayos desparejos, como despeinado en los bordes... Cuando Gustavo mira, enciende cada cosa que mira. La primera vez que lo advertí fue cuando puso antorchas a lo largo de laescalerade la escuela, una sobre cada peldaño, a medida que bajábamos. Me asombré tanto, que no pude decir nada. Otra vez, prendió las cortinas del salón de música. Yo estaba ubicada en la gradajunto al ventanal y sentí que las espaldas me ardían de repente. Inquieta, busqué aGustavo entre el grupo de chicos que cantaban al lado del piano. Lo sorprendía mirandofijamente en dirección a mí. 11 Mástarde, cuando le pregunté cómo era posible que nadie más se diera cuenta,me contestó con una larga sonrisa. ¡Pro una tercera vez encendió un mediodía a las once de la noche! Fue en elmismo momento en que finalizaba la fiesta de mi cumpleaños y nos despedíamos conun beso ligerito en la puerta de mi casa. Entonces ya no pude soportar su silencio ni unminuto más. -¿Cómo explicártelo? –me dijo, medioavergonzado, cuando le exigí querespondiera a mi por qué. 12 -Ni yo entiendo bien qué es lo que me está pasando... Parece que solamentenosotros dos lo notamos... ¿Vas a ser capaz de guardar el secreto, no? Le aseguré que sí sin pensarlo, porque lo cierto era que ya no podía desoír lasganas que tenía de confiarles a todos mi maravilloso descubrimiento. Contárselo a la maestra frente al grado, eso eslo que hice. De puro tonta nomás, una mañana quebré lo prometido y me decidí. –Señorita...–le dije- ¡Gustavo lleva un sol entre las cejas! ¿Usted no lo ve? La maestra se balanceó
3. en su silla, divertida. Las risas de mis compañeros sacudieron el aula. Gustavo me miróasombrado y la sala pareció quemarse. Allí estaba su sol, más brillante que otras veces,abriendo un caminito rojo con sus rayos....
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