Novela

Amores de princesa
Barbara Bretton

Una joven princesa ve truncados sus sueños por culpa de su hermana.
Isabelle, segunda hija de una familia real europea, sufre un serio desengaño amoroso cuando su prometido la abandona por su hermana mayor, heredera del trono. Isabelle, desolada, decide romper con el pasado y se marcha a Nueva Cork. Allí, su vida tomará un rumbo inesperado y unhombre muy distinto de cuantos ha conocido la guiará con ternura por los caminos de un mundo nuevo para ella: la realidad cotidiana de la gente corriente. Sin embargo, cuando más completa es su felicidad, una terrible amenaza se cierne sobre ella.

1

Perreault

Isabelle, hija segunda del príncipe Bertrand, permaneció de pie tras la puerta de las cocheras que había en la parte trasera delpalacio y contempló cómo los faros posteriores del Lamborghini de Eric Malraux eran devorados por la oscuridad alpina.
A la mañana siguiente las columnas de sociedad de los diarios de toda Europa publicarían vividas descripciones sobre lo que se sentía al bailar en el gran salón del palacio bajo los candelabros de cristal austriaco, con cuyo resplandor competía el intenso fulgor de lospendientes de diamantes y los collares de rubíes color sangre que lucían las damas de consumada gracia y belleza. Sus vestidos habían brillado con reflejos de oro y plata, reminiscencia de aquellos tiempos en que tener un botín de joyas era un derecho y no un privilegio. La música del pasado resonaba por todas partes esa noche, un pasado glorioso que pocos invitados podían rememorar sin sentir el saboragridulce del anhelo.
Isabelle se abrazó a sí misma cuando una brisa con aroma a pinos descendió de las montañas nevadas que rodeaban el principado de Perreault. ¿Cómo iba a pensar ella en el pasado cuando esa noche había dado su primer paso hacia el futuro, un futuro que destellaba con mayor hermosura de lo que jamás podría hacerlo diamante alguno?
Sólo una hora antes Eric la habíaestrechado entre sus fuertes brazos mientras sus besos de miel la convertían de niña en mujer. Los puntos del cuerpo donde él había posado sus manos hormigueaban como si cometas y estrellas fugaces la atravesaran de la cabeza a los pies. Y no era que el acto en sí hubiera sido tan maravilloso... Había sido confuso, violento, y a ratos casi divertido, pero nada de eso importaba. ¡Estaba enamorada!
Enlas últimas navidades Eric era sólo el hijo de Honoré Malraux, un joven guapo y silencioso que había formado parte de la vida de Isabelle desde que tenía uso de razón. Un chico con el que bailar en las veladas reales, alguien que la conocía únicamente como a la hermana de Juliana, la chica que había sido enviada a un internado y echada al olvido. Pero en la víspera de Año Nuevo Eric la había besadoen la glorieta, y todo había cambiado para siempre. Naturalmente no se había dado cuenta de ello en ese momento. Se había llevado el recuerdo de su primer beso al colegio, ansiosa por compartir la experiencia con amigas que ya habían empezado a librar alegremente su combate sexual.
Quizá hubiera verdaderamente un lugar para ella en aquel contexto. Quizá su padre parpadeara una, dos veces, yluego abriera los ojos para descubrir que tenía otra hija aparte de Juliana. Todo era posible; incluso ser feliz. Si podía ganarse el corazón de alguien como Eric, podía hacer cualquier cosa.
Una voz irrumpió en sus pensamientos.
-¿Va a necesitar alguna cosa más, mademoiselle?
Se volvió hacia Yves, el mayordomo principal, que estaba cerca de ella. Como siempre, su postura era rígida, ysu porte más aristocrático que el de Isabelle, pese a ser sólo un sirviente.
-¿Ha terminado la fiesta?
El hombre enarcó sus enmarañadas cejas.
-Oui, mademoiselle. No queda nadie, salvo el servicio.
Isabelle se rodeó la esbelta cintura con los brazos rememorando el contacto de Eric. ¿Cómo podía mostrase Yves tan adusto en una noche tan especial?
-¿Está todavía despierta mi...