Ovidio - Pigmalion
Le daba besos y creía que le eran devueltos, le hablaba, le abrazaba y le parecía que sus dedos se hundían en sus miembros cuando los tocaba.Unas veces la halagaba con ternura, y otras le llevaba regalos de los que gustan las muchachas, como conchas, lisos guijarros, pájaros y flores de mil colores, lirios, bolas decoradas y lágrimascaídas del árbol de las Helíades. También adornaba sus miembros con ropas: gemas en sus dedos y en su cuello largos collares, ligeros pendientes para sus orejas, y sobre su pecho cintas. Y desnuda no eramenos bella. La tendía sobre cobertores teñidos de púrpura de Sidón, la llamaba compañera de lecho y se recostaba su cuello sobre blandos cojines de plumas, como si ella pudiera notarlo.
Cuando caía lanoche, trasladaba la estatua del jardín al interior de su palacio, cerca del fuego para que no pasara frío su cuerpo de gélido marfil. Y desde la caída del sol hasta su puesta, Pigmalion velaba a suamor como el mejor custodio. La hablaba con vehemencia como si ésta le escuchara atentamente. Se había convertido en el único objeto de su devoción, en su confesora.
Un amanecer que empezó como otrocualquiera se convirtió en extraordinario cuando, al igual que todos los días, Pigmalion se dirigió a su estatua y, al tocarla, sintió un calor intenso alrededor de sus manos y sus dedos se...
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