Paloma

Paloma


La conocí comprometida y ninguno de los dos empujó las manivelas de mando para que eso cambiara.
Nos amamos desde entonces, aún cuando supiésemos que el paso hacia la concreción de unfuturo juntos, jamás se daría por un tácito pacto de no renunciamiento a las elecciones previas a conocernos.
Y pese a este escollo pautado, ambos albergábamos la fantasía de pulverizar esecondicionamiento que nos autoimpusimos un día.
Hasta que eso sucediese, las cosas seguirían igual, sin cambios : ella seguiría con su novio eterno –fantasma difícil de erradicar teniendo en cuenta quedesde los 15 años era portador de las llaves de su reino – y yo, con mi bohemia recargada de nostalgia absurda y sueños inconclusos, con mi inmadurez apta para alterar los efectos nocivos del tiempo ,congelando mi físico sin fisuras y despertando cada tanto al mundo real, preguntándome cuando transcurrieron los días, interrogando al mundo con cuestiones banales como por ejemplo saber porque quequien ayer era mi amigo púber, ahora era un señor barrigón.
Y dentro del mismo contexto, probando destinos geográficos diversos a cientos de kilómetros de ella, que contraria a mi naturalezanómade, había adoptado una realidad hacia mis ojos más sedentarios, tal vez más reales, más acorde a la normalidad que en mi fuero intimo despreciaba.
Pasábamos meses sin hablarnos, incluso años y aún así,cuando el primer contacto entraba a escena, era impoluto, libre de vicios hambrientos de reproches y hostigamientos absurdos.
Nuestra inteligencia, era de alguna forma insultada si retrocedíamosal estadio de reclamar presencias, ambos éramos en definitiva culpables y a sabiendas de ello deglutíamos cualquier cuestionamiento mutuo.

El mundo, tal como yo lo concebía, estaba plagado deángeles y demonios, de musas y también de seres oscuros que, ante la mínima debilidad, sucumbían al espíritu tratando de absorberlo, de nutrirse.
Y en ese mundo intimo, también habitaban los mitos como...