parabola de las balas



La Parábola de las Balas

Alan Parra De la Rocha

















Preludio





















Al principio fue el sonido

Las hojas secas de los árboles se movían por las vacías calles de Tamazula mientras eran llevadas por el cálido viento del verano produciendo un sonido de serpientes y de ríos. Al fondo se escuchaba la música de un órgano decapilla. Los habitantes, todos, estaban dentro de la iglesia participando de la boda más suntuosa jamás vista en toda la serranía mexicana; la de la hija del hombre poderoso del pueblo. Al término de la celebración la gente salió para abarrotarse alrededor de los novios. Los mariachis entonaron el tema de cielo rojo. Un arma emergió de entre la masa soltando al aire siete balazos. La algarabíacreció aún más. Los recién casados vieron llegar la carroza que los llevaría al lugar del festejo. Caminaron hacia ella. El matrimonio sonriente lanzaba besos y sonrisas. De pronto ella se topó con un extraño guiño que su marido ofreció a una de las invitadas y ahí lo comprendió todo, pero ya era tarde. En ese momento un crujido salió de su cráneo. Los invitados boquiabiertos miraban mudos. La sangrecubrió en un instante su rostro y cayó muerta a los pies de su marido.

Después fue el silencio






























Uno













Chema, vestido de novio, no quitó la mirada del suelo. La mancha de sangre de su esposa muerta estaba ahí. Fresca. Roja. Casi palpitante. El pueblo entero estaba en un mutismo total, sin moverse. Las miradasatónitas lo llenaban todo. Alguien quiso hablar pero no supo que decir. Todo continuó así hasta que el llanto de Letizzia Arias; la hermana menor de la novia, conmovió a los presentes. Poco a poco empezaron a moverse con lentitud, como si no quisieran que se dieran cuenta los demás que estaban dejando de a poco el lugar en que la mujer yacía en el suelo. El hombre vestido de negro tenía la miradaclavada. Era como un maniquí. Como si alguien le hubiera ordenado que no se moviera. Imposibilitado de toda acción. Los invitados caminaron en silencio a sus casas, iban por las calles cenicientas con las bocas resecas y silenciadas. Luego, cambiaron sus ropas de fiesta por ropas de luto. En ese lento día llegó al pueblo un feroz viento que no dejó de levantar polvo. El aire era muy cálido. Losojos del novio estaban hinchados de tanto llorar. Las gotas de llanto caían gruesas y pesadas a la tierra. Con el pasar de las horas un surco se fue marcando en el rostro de Chema debido al paso salobre de las lágrimas que no dejaban de salir como si una presa se le hubiera reventado por dentro. Más de uno pensó que de un momento a otro podría deshidratarse por la pérdida de tanto líquido. Nadie hizonada por evitarlo. Chema no sentía dolor, ni las horas pasando, ni el polvo, ni la lluvia cálida que cayó durante la noche, ni el cansancio de permanecer de pie, ni el hambre. Sólo un gran vacío.
Esa madrugada el pueblo entero sudaba por el calor inclemente que no cesó.
Fueron necesarios tres días con sus noches para que Chema despegara los ojos del suelo al tiempo que aspiraba con profundidadhacia distintos puntos en el aire. Nada encontró y sin decir ninguna palabra se fue caminando con cansada lentitud hasta su casa donde permaneció semanas enteras sin salir.
Un día cualquiera, sin más, se le escuchó llorar a gritos a la vez que lanzaba por todos los rincones de su casa las pocas pertenencias que tenía.
- El que no vio rosas en el amor sólo encuentra espinas en la soledad - Dijouna de las vecinas al escuchar al hombre que no paró de llorar por largas horas, por pesados días.
- Ahora viene la hora de la verdad. ¿Qué va a hacer Chema sin un futuro?
La mujer sabía perfectamente lo que decía ya que todos los planes de aquel hombre se basaban en lo que ocurriría después de la boda, sin embargo ahora que estaba solo, había pocas cosas por planear, por hacer, por...