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in
2010 with funding from
University of Toronto
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PEREGRINA
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EL POZO ENCANTADO
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5A QUE MAS BARATO
de
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Santiago Glusber
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CORRIENTES -1'^
U.T. 1334 Mayo
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Las mejores obras de los f\ (^
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Catálogo
IMANUEL PlAZ-RODRlGUEZ
'^
PEREGRINA
O
EL
POZO ENCANTADO
NOVELA DE RÚSTICOS
DEL VALLE DE CARACAS
BIBLIOTECA NUEVA
LISTA, 66. — MADRID
LIBRARY
750478
UNIVERSITY OF TORONTO
Imprenta de Jaan Pueyo.
Luna. 29. Teléfono 14-30.
- MADRID
SOBRE
barbecho se abre aún
el
cuando ya
callejones
En
dio
como
de sombra y de
lo claro del patio,
surgrir
de
noche en
cierra la
ríos
la
rosa dela tarde,
el
cafetal y son los
silencio.
sentados encima de rocas a me-
la tierra, frente al
sardinel
exterior de la
puerta del antiguo repartimiento de esclavos, hoy habitación de varias familias de peones, conversan los primeros
en llegar esa noche a
Brujo,
Amaro
ñán a quien
la
tertulia.
Son Juan Francisco
el
y Feliciano. Juan Francisco es un viejo ga-
los
mozos de
la
comarcaen dos leguas a
la
redonda respetan, porque, además del arte mágico en
que
lo
creen tan versado, que llegan a sospecharle de
brujo, posee a la perfección el arte noble
hssta hacer dócües
como una seda con
recios y voluntariosos novillos.
le
Aunque
de amansar,
alma, a los
los
más
amos todavía
consultan, acaban de ponerle fuera de servicio, entre
otras razones por lo viejo. Cenceño,de ojos vives y nariz
episcopal, tiene siempre en la comisura izquierda de los
labios un rictus irónico.
tres,
Amaro,
el
único joven de los
también gañán, está reciénllegado de
vida a
menudo que
la
la guerra.
Ol-
guerra terminó y anda cauteloso
5
MANUEL
por
los caminos,
D I AZ-RO D
avizorando
Feliciano, avejentado
en
si
no
las
RIGU E Z
comisiones de
viejo, se halla
larecluta.
sobre los otros
Medianero, no trabaja casi nunca a jornal
jer
y da en tributo a los amos
de
el tercio
recogido en las
lo
hectáreas que siembra.
Hablan de
la
pasada revolución, del tiempo
los trabajos duros,
ellos,
de
las
difícil,
de
cosechas malas. Enfrente de
a las ramas de un enano bucare galliuero, se reco-
gen, con su desapacible cacareo y su revuelo torpe,unas
Detrás del bucare, en un jardincito cuidado por
gallinas.
las
muchachas del repartimiento, se desgajan de
tro rosales. Gladiolas dispersas entre los
sus vastagos floridos,
como
rosales, erigen
lanzas enhiestas bajo el cre-
púsculo.
En
las
oro y en
las
puntas de otras
golpe de
ellas
puntas de algunas de esas lanzas
que
el
flor cua-
la
sangre,
como
si
brilla el
fuese alcrepúsculo dorado y sangriento en-
tró en agonía.
—¿Se acuerda, Feliciano? Por aquí mismito pasé entre
la truya
—Ya
trás
vagabundos
de
los
lo
creo que
me
del pueblo.
acuerdo.
Y me
acuerdo que de-
de ustedes pasó después, tumbando
el
cafetal
con
sus gritos, que rompían el alma, tu vieja, la pobre Úrsula,
a quien Dios tenga en gloria.
— ¡Hasta eso, carayl
huir!
Cuando medespabilen,
me
¡Y mire que yo estaba resuelto a
cogieron, lo pensé: en cuántico no
les voy.
más
Pero una cosa piensa uno, y otra
es...
Dos o
sión
de deserta, y siempre se me presentó algún incon-
tres veces, al principio,
veniente. Vine a lógralo ya,
como
creí llegada la oca-
quieu dice, a las
últi-
mas. Pa Dada, pa hallar que ya no tenía casa, porque la
6
L
PEREGRINA
vieja estabamuerta y Bruno andaba desgaritao po
allá
arriba.
— Ese
Cuando
que se
si
les
fué.
No
comisión asomaba en
la
ya
callejones^
pudieron echa mano.
le
el
camino
estaba encaramao sobre
él
o por los
real
cerro.
el
— Por algo lo llaman Venao.
— Lo que es
dió; se
Bruno queda de esta hecha bien apren-
sabe too
el
Avila de memoria.
— ¿No creen ustedes que
inquirió tímidamente
rra...
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