Planilandia
Yo. ¡Ay! ¿Cómo lo aclararé? Cuando avanzáis en línea recta, ¿no se os ocurre a
veces que podríais moveros de algúnotro modo, girando el ojo en redondo como para
mirar en la dirección hacia la que tenéis vuelto ahora vuestro lado? En otras palabras,
en vez de moverossiempre en la dirección de uno de vuestros extremos, ¿nunca
sentís el deseo de moveros en la dirección, digamos, de vuestro lado?
Rey. Nunca. ¿Y qué queréisdecir? ¿Cómo puede el interior de un hombre
«volverse hacia» una dirección? ¿O cómo puede un hombre moverse en la dirección
de su interior?
Yo. Buenosentonces, ya que las palabras no pueden explicar el asuntos probaré
con los hechos e iré saliendo poco a poco de Linealandia en la dirección que deseoindicaron.
Y, dicho esto, empecé a sacar el cuerpo de Linealandia. Mientras algo de mí
permaneció en sus dominios y al alcance de su vista, el rey no paraba dedeci r: «Os
veo, os veo aún; no estáis moviéndoos». Pero cuando salí del todo de su línea,
exclamó con la más aguda de sus voces: «Se ha esfumado; hamuerto». «No estoy
muerto», contesté; «sólo estoy fuera de Linealandia, es decir, fuera de la línea recta
que vosotros llamáis espacio, y en el verdadero espacio,donde puedo ver las cosas
como son. Y en este momento puedo ver vuestra línea o lados o interior como a vos
os gusta llamarle; y puedo ver también a loshombres y mujeres que están al norte y al
sur de vos, a los que ahora enumeraré, describiendo su orden, su tamaño y el
intervalo que media entre ellos».
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