Platon

Páginas: 44 (10907 palabras) Publicado: 1 de febrero de 2013
Pagina 81-90
• Pero nada de esto está cerca de las Pirámides -dijo el Alquimista.
• Tengo a Fátima. Es un tesoro mayor que todo lo que conseguí juntar.
• Ella tampoco está cerca de las Pirámides.
Se comieron los gavilanes en silencio. El Alquimista abrió una botella y vertió un líquido rojo en el vaso del muchacho. Era vino, uno de los mejores vinos que había tomado en su vida. Pero el vinoestaba prohibido por la Ley.
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• El mal no es lo que entra en la boca del hombre -dijo el Alquimis- ta-. El mal es lo que sale de ella.
El muchacho empezó a sentirse alegre con el vino. Pero el Alqui- mista le inspiraba miedo. Se sentaron fuera de la tienda contemplando el brillo de la luna, que ofuscaba a las estrellas.
• Bebe y distráete un poco -dijo el Alquimista, que se habíadado cuenta de que el chico se iba poniendo cada vez más alegre-. Reposa como un guerrero reposa siempre antes del combate. Pero no olvides que tu corazón está junto a tu tesoro. Y debes hallar tu tesoro para que todo esto que descubriste durante el camino pueda tomar sentido.
»Mañana vende tu camello y compra un caballo. Los camellos son traicioneros: andan miles de pasos y no dan ninguna señalde cansan- cio. De repente, sin embargo, se arrodillan y mueren. El caballo se va cansando poco a poco. Y tú siempre podrás saber lo que puedes exigirle, o en qué momento va a morir.
A la noche siguiente, el muchacho apareció con un caballo en la tienda del Alquimista. Esperó un poco y apareció montado en el suyo y con un halcón en el hombro izquierdo.
• Muéstrame la vida en el desierto -dijoel Alquimista-. Sólo quien encuentra vida puede encontrar tesoros.
Comenzaron a caminar por las arenas, con la luna aún brillando sobre ellos. «No sé si conseguiré encontrar vida en el desierto -pensó el chico-. No conozco el desierto.»
Quiso decirle esto al Alquimista, pero le inspiraba miedo. Llegaron
al lugar con piedras donde había visto a los gavilanes en el cielo;
ahora, todo era silencioy viento.
• No consigo encontrar vida en el desierto -dijo el muchacho-. Sé que existe, pero no consigo encontrarla.
• La vida atrae a la vida -respondió el Alquimista.
El muchacho lo entendió. Al momento soltó las riendas de su caballo, que corrió libremente por las piedras y la arena. El Alquimista los seguía en silencio. El caballo del muchacho anduvo suelto casi media hora. Ya no sedistinguían las palmeras del oasis; sólo la luna gigantesca en el cielo y las rocas brillando con tonalidades plateadas. De repente, en un lugar donde jamás había estado antes, el muchacho notó que su caballo paraba.
• Aquí hay vida -le comunicó al Alquimista-. No conozco el lenguaje del desierto, pero mi caballo conoce el lenguaje de la vida.
Desmontaron. El Alquimista no dijo nada. Comenzó a mirarlas piedras, caminando despacio. De repente se detuvo y se agachó cuidadosamente. Había un agujero en el suelo, entre las piedras; el Alquimista metió la mano dentro del agujero y después todo el brazo, hasta el hombro. Algo se movió allá dentro, y los ojos del Alquimista
• el muchacho sólo podía verle los ojos- se encogieron por el esfuerzo
y la tensión. El brazo parecía luchar con lo que habíaallí adentro. De repente, el Alquimista retiró el brazo y se puso de pie de un salto. El muchacho se asustó. El Alquimista sostenía una serpiente cogida por la cola.
El muchacho también dio un salto, sólo que hacia atrás. La serpiente se debatía sin cesar, emitiendo ruidos y silbidos que herían el silencio del desierto. Era una naja, cuyo veneno podía matar a un
hombre en pocos minutos.«Cuidado con el veneno», llegó a pensar el muchacho. Pero el Alquimista había metido la mano en el agujero y con toda seguridad la serpiente ya le habría mordido. Su rostro, no obstante, estaba tranquilo. «El Alquimista tiene doscientos años», había dicho el Inglés.
Ya debía de saber cómo tratar a las serpientes del desierto.
El muchacho vio cómo su compañero iba hasta su caballo y cogía la larga...
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