Poder del sincretismo

EL PODER DEL SINCRETISMO

El poder del signo impregna a la humanidad y traspasa lo icónico, la simple señal para fortalecerse en un mundo semiológico, en un universo simbólico que parece ser unacreación divina por los límites infinitos que sobrepasaron la omnipotencia arbitraria de su creador. No hay forma más peculiar de demostrarlo que en la inercia de cultura humana y las construccionesartísticas que potencializaron la diversidad de manifestaciones religiosas, filosóficas y mitológicas a través de años y siglos hasta el advenimientos de la ciencia moderna. Y aún así, pervive estesentir de pasiones místicas, dogmáticas sin las cuales se nos dificulta existir en lo que Clifford Gertz llama un mundo con sentido común. Este poder del signo codificado, regulado, coherente, congruenteque nos impone un sistema para asociar convenciones en medio del azar no escapa a la flexibilidad de la expresión y a su poder de evocar distancias remotas y colisionarlas con la atracción de laimaginación, dejando huellas semióticas invisibles, endocrinas, casi inmersas en un pasado evolutivo impregnado de significación y manipulación de quienes han manejado el poder de conducir, dar orden yjerarquía al mundo en el que vivimos. Esa fuerza del signo se puede apreciar más que nunca en el fenómeno semiótico del sincretismo y su capacidad para unidireccional códigos diversos en unasimultaneidad semiótica que engendra fuerzas de significados primigenios hasta el extremo de generar contra toda conciencia una “incompetencia semiótica” en el destinatario pues es tal la cantidad de canales ycódigos, que su redundancia y finura artística, por supuesto, hace emanar esa arqueología pasional inconsciente y catártica en la masa social. El concierto de opera de Anna Sofie Von Otter del Reyde los Silfos con música de Shubert y texto de Johann Wolfang von Goethe mostrado en clase de Semiótica es un ejemplo de ese poder. Los códigos utilizados que llevan a esta experiencia sensible...