Poesia


Joaquín MARTA SOSA *

POETAS Y POÉTICAS EN LA VENEZUELA DE HOY


Toda aproximación e indagación es una aventura personalísima, intransferible, especialmente cuando la inmersión es en el mar de la poesía. Mi perspectiva parte de dos afirmaciones que el tiempo, me parece, se ha encargado de confirmar con suficiencia. Una de ellas es el innegable valor de la poesía venezolana y el pesadodesconocimiento que padece. Así lo dice Rafael Arráiz Lucca en el prólogo a su antología Veinte poetas venezolanos del siglo XX: “No sabría responder por qué no somos diligentes en la búsqueda de nuestros tesoros, pero tampoco podría explicar la razón por la que, una vez hallados, somos tímidos divulgando la noticia. La poesía venezolana no es una excepción”.

La otra constatación es que lapoesía escrita en Venezuela está prendida profundamente al país. Lo contrario es casi excepcional. Al final del mismo prólogo antes citado se subraya que “Si algo puede distinguir el tejido humano de un país es la obra de sus creadores, y entre todas ellas, la obra del poeta es la que se acerca más peligrosamente a la región donde late el corazón”.

Desde este pórtico de ventana doble podemosacometer el viaje sumario que nos permita dar noticia de los poetas y las poéticas más significativos en la Venezuela que tenemos entre manos.

El mapa sobre la mesa
La nuestra es una poesía cuya biografía alcanza algo más de los 200 años. La inaugura Andrés Bello (1781-1865) con su Canto a la Agricultura de la Zona Tórrida. En este poema genésico aparecen varias de las claves y constantes quealimentarán poéticas y poetas posteriores: la importancia de la lengua, el respeto por la palabra, el estilo, la forma como núcleo del arte poético, indisolublemente unida a las apuestas de utopía (América como tierra de promisión y humanidad) o a programas sociales de felicidad. Así mismo podemos extraer de este canto las primeras respuestas a las preguntas fundamentales acerca del qué somos, quéestamos llamados a ser, qué podemos ser. Es decir, el gran misterio nunca resuelto y siempre interrogado de la identidad, arraigado de manera esperanzadora al descubrimiento de la tierra, al reclamo telúrico. Con estos versos suyos se puede dar por inaugurada la historia de nuestra poesía:

¡Salve, fecunda zona ,/ que el sol enamorado circunscribes / el vago curso, i cuánto ser se anima / en cadavario clima ,/ acariciada de su luz concibes! / (...) i para ti el maíz, jefe altanero / de la espigada tribu, hincha su grano; / i para ti el banano / desmaya al peso de sus dulce carga: / el banano, primer o/ de cuantos concedió bellos presentes / Providencia a las jentes / del ecuador feliz con mano larga ./ (...) ¡Oh jóvenes naciones, que ceñida / alzáis sobre el atónito occidente / detempranos laureles la cabeza! / honrad el campo, honrad la simple vida / del labrador, i su frugal llaneza ./ Así tendrán en vos perpetuamente / la libertad morada / i freno la ambición, i la lei templo./ (...)

Las poéticas posteriores retorcerán el cuello de este cisne y la promisión se convertirá en irredentismo, imprecación y desesperanza las más de las veces. Los destinos fácticos del país asílo fueron imponiendo después de la guerra independentista a lo largo de los dos siglos que siguieron.

Acaso sea Francisco Lazo Martí (1869-1909) con su Silva Criolla quien primero ponga sus manos en el verso de la advertencia, la queja, la insatisfacción y, claro, la intimidad que había eludido Andrés Bello. No así en el utopismo naturalista de éste que, ahora delimitado al llano –el emblemageográfico venezolano por antonomasia-, reitera con una hosca reprobación por lo montañés y citadino. Esta era su voz:

(...) En estas dulces tardes veraniegas ,/ cuando el sol que se va, desde lejano / purpurino confín, luz moribunda / esparce por el llano ,/ y del boscaje todo rumoroso ,/ y de un amor desconocido en alas ,/ por el aire sutil suben serenas / la canción funeral de las chicharras...