¿Por qué Walter Benjamin?

Porqué Walter Benjamin
Eduardo Jozami

Mucho se ha preguntado por las razones que nos llevaron a dedicar nuestro Tercer Seminario Internacional de Políticas de la Memoria a la figura y los trabajos de Walter Benjamin, escritor alemán no excesivamente conocido en la Argentina, aunque haya sido leído en ciertos medios académicos deestudios culturales, su nombre sea citado en algunos espacios del Movimiento de Derechos Humanos y cualquiera que frecuente una librería argentina podrá hoy testimoniar sobre una mayor difusión de la obra benjaminiana. Seguramente esto no sólo se explica por la variedad de intereses que los escritos de Benjamin convocan sino porque el discurso del escritor berlinés se constituye, cada vez más, eninsumo esencial de un debate, el de la memoria sobre los años de plomo (la militancia de los años ´70 y la represión de la última dictadura militar) que, después de algunos rodeos, la sociedad argentina ha decidido afrontar.
Contra la opinión de Hannah Arendt 1, podríamos comenzar la presentación de nuestro autor señalando su condición de filósofo. Es cierto que poco coincide la imagen queBenjamin nos presenta con la tradicional de los filósofos. Estos, Descartes, Kant, Hegel, tienden a crear sistemas, ordenando respuestas frente a los problemas esenciales que hacen a la vida y el conocimiento humano planteados desde la Antigüedad clásica. La obra benjaminiana está lejos de responder a esos parámetros. Sus escritos suelen ser fragmentarios y aquellos en los que aborda más decididamenteuna temática filosófica -como las póstumas Notas sobre el concepto de Historia- se nos presentan como una colección de aforismos. Muchos de sus principales textos son trabajos de crítica literaria, pero hay en Benjamin una jerarquización de esta disciplina en la tradición del romanticismo alemán que hacía de la crítica una obra de arte en sí misma2.
Enemigo de los sistemas cerrados, Benjaminmuestra una especial preocupación por lo pequeño, por los restos, los desechos, lo olvidado; aparece menos interesado en los grandes textos que en los pensadores que la historia fue dejando de lado. Recopilador de fragmentos, de citas que después parecen tomar vida propia fuera de sus textos de origen, es también un empeñoso coleccionista de objetos, como si en cada uno de ellos, en cada fragmentode realidad, pudiera encontrarse la marca de lo universal. Esa mirada sobre los objetos –que por momentos se nos aparece como si fuera una mirada de los objetos mismos- le permite señalar que estos testimonios del pasado constituyen también anticipaciones de futuro. Rompe así toda linealidad del tiempo, abriéndose a la presencia de un pasado que puede también constituirse como una exigencia en elpresente: un “tiempo ahora”, en el léxico benjaminiano.
Esa condición fragmentaria con que se manifiesta la obra del escritor berlinés no debe atribuirse a las contrariedades que habrían impedido un ordenamiento de sus escritos sino a la lógica interna de su pensamiento. Adorno que captó como ninguno la originalidad del pensamiento filosófico de Benjamin, pese a los desacuerdos significativosentre ambos, señala “el suyo no era un pensamiento que, por paradójico que parezca, tuviera lugar en el dominio del concepto”. Arrancaba directamente el contenido intelectual, el contenido espiritual, de los detalles, de las figuras concretas. Abriendo puertas con lo que Adorno llama su “llave mágica”, el escritor nacido en Berlín se ubicaba naturalmente en oposición a las grandes construcciones ysistemas clasificatorios de la filosofía oficial.3
La insistencia en calificar como fragmentario el pensamiento del autor de Notas sobre el concepto de Historia nos obliga a una aclaración respecto a su ubicación respecto del debate planteado por la crítica posmoderna en el pasado siglo. En términos esquemáticos, se sabe que esa crítica que tuvo su expresión más clara en la obra de Jean Claude...