Profesor

Los aromas de mi infancia

Al venir de un país como Perú a vivir a los Estados Unidos se me hacia difícil sobre todoacostumbrarme a la comida, el frio, las costumbres culturales, y el tema del espacio personal tanto como el individualismo al que esta sociedad esta tan acostumbrada. Podría hablar de muchas cosasque culturalmente me han costado amoldar o buscar remplazarlas con costumbres y sabores de países hermanos al mío.
Pero en esta ocasión voy hablar de como para adecuarme a este país tuve que buscar laayuda de la comunidad México-americana. En la ciudad donde vivo Woodstock, Illinois; la comunidad hispano-americana es grande. Una de mis tradiciones u obligaciones en mi país era despertarse muytemprano para comprar el pan para mis padres y hermanos. Cada uno tenia una tarea para ayudar a mis padres a servir el desayuno y para poder sentarnos todos a la mesa juntos y disfrutar en familia. Unocompraba un día el pan calientito de local de la tía Delia Zeto. Otro iba al mercado a comprar el queso y el jugo de naranja. Y otro a la casa de la lechera, la señora Zapata, para recoger 2 litrosde leche para las nueve persona que conformaban mi familia.
Al mudarme Woodstock se me hizo un poco difícil acostumbrarme y no tener todo eso al alcance de mis manos. Empecé a investigar sobre loslugares donde se podrían conseguir productos hispanos para poder sentirme como en casa. Primero encontré una tiendecita llamada “La Azteca” donde no solo se pueden encontrar productos que son muyparecidos a los productos peruanos sino también que los domingos por la mañana se puede encontrar tamales calientitos, carnitas, sándwiches o tortas, y leche para un buen desayuno pero algo más faltaría.Después caminando por la plaza central me encontré con la sorpresa de una panadería artesanal mexicana de la que no se el nombre, no por que sea mala, tal vez por que se confunde con los carteles...