Profesora

La cuchipanda en Coyoacán.

Esta vez les hablaré de en un lugar muy céntrico de Coyoacán, ubicado frente a la capilla de la Conchita, en la esquina de la calle Francisco Sosa y un pequeño callejónempedrado, cuyo nombre olvidé. En la contra esquina se hallaba la Casa de Cultura Francisco Sosa.
Se trataba de un sitio acogedor, conocido como el merendero “Las Lupitas”, antiguamente así sellamaban porque hubo una época en la cual solo servían meriendas, valga la redundancia.
En “Las Lupitas” me agradaba aparecer de vez en cuando, y ese día convivían allí jóvenes de distintos países; alparecer algunos hablaban otro idioma, como hablaban muy rápido parecía que en realidad había una gran fiesta.
Algunos de los jóvenes con su apariencia, decían más de mil palabras, algunos parecíantarabillas, otros tantos escuchaban los relatos de sus compañeros, entre ellos se encontraba un tabardillo, por su tono de voz un poco alto y con voz chillona, lastimaba los oídos y molestaba a algunosde los comensales.
En un rato empezamos a subir el tono por la cantidad de gente que había en ese momento dentro del pequeño merendero.
El lugar, aunque un poco pequeño, se hallaba adornado convarios cuadros de arte popular típico coyoacanense, los cuales, yo supongo, venden a los comensales, porque algunas de las obras tienen un pequeño letrero con el título de la obra, el material utilizadopara su elaboración y un precio.
Como buena cuchipanda, recorrí todo el lugar, admirando los cuadros y cruces de mosaicos bizantinos que se encuentran en la mayoría de las paredes del lugar,comentando sobre su precio y la calidad de ellos, escuchamos comentarios sobre la cultura plasmada en ellos, una cultura diferente, desconocida para ellos.
Cuando los alimentos estaban servidos en la mesa,acabé convirtiéndome en un gran comilona, donde cada persona disfrutó de una gran variedad de platillos, como: una sabrosa chimichanga, burritos de machaca con huevo, frijoles maneados, empanadas,...