Prudencia - Palacios

Páginas: 51 (12572 palabras) Publicado: 5 de diciembre de 2012
LA PRUDENCIA POLÍTICA
Leopoldo Eulogio Palacios

PRIMERA PARTE

Capítulo Único

La esfera de la prudencia política

1.- La sindéresis, la ciencia moral y la prudencia.

Suele confundirse con asiduidad en castellano el significado de dos palabras: Sindéresis y prudencia. Sindéresis ha venido a ser sinónimo de discreción, razón, cordura. Y, por otra parte, la prudencia también parece seruna razón discreta, cuerda y mesurada. El mismo Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española consagra esta acepción de la prudencia. Esta no sólo es “una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en distinguir lo que es bueno o malo para seguirlo o huir de ello”, sino también “templanza, moderación”, y, además, “discernimiento, cordura”. Sin embargo, el filósofo no puedecontentarse con estas definiciones nominales. En el sistema del conocimiento humano la sindéresis y la prudencia ocupan un puesto mucho más determinado y preciso que el que pudieran sugerirnos ellas. Tanto la sindéresis como la prudencia son dos formas de conocimiento racional, y además de conocimiento práctico, esto es, referido a la acción humana como algo realizable y operable por nosotros, y nomeramente especulable. La sindéresis y la prudencia son fuerzas racionales puestas al servicio de la acción humana, o, con

expresión técnica más exacta, virtudes intelectuales prácticas, cuya misión consiste en dirigir nuestra conducta. Pero sobre el fondo de esta coincidencia resalta su diversidad: la sindéresis sólo versa sobre los principios remotos que deben inspirar la dirección de nuestraconducta, mientras la prudencia se ocupa en sacar de estos principios conclusiones prácticas y hacederas, aplicables a cada caso concreto de nuestra existencia individual. La sindéresis es como la ventana que nos abre a un universo de principios necesarios e inmutables que se refieran al acto humano. De scintilla conscientiae, que significaba en San Jerónimo, ha venido a precisarse en la filosofíaperdurable como la luz suprema que nos ilumina en el orden del conocimiento práctico, habilitándonos para el discernimiento del bien y del mal. “Señor, impresa está sobre nosotros la lumbre de tu faz”, exclamaba el salmista1. Y es una facilidad que tiene el hombre llegado al uso de razón para abstraer de nuestras inclinaciones naturales las nociones más comunes del orden práctico, y formular con ellaslos primeros principios que guíen nuestra acción. Estos principios son universalísimos. El primero de todos ellos: “Hay que hacer el bien y evitar el mal”, tiene para el orden práctico la misma importancia que el principio de contradicción para el teórico. Otras verdades de esta clase, por ejemplo, que hay que dar a cada cual lo suyo, o que no se debe dañar a nadie, son ya más determinadas, aunquetodavía generalísimas, y forman el contenido de la ley natural. La ley natural, participación de la ley eterna en la criatura racional, se distingue de la sindéresis en que ésta es el hábito de enunciar los primeros principios del orden moral, mientras la ley natural es el acto realizado por este hábito, el conocimiento mismo que tenemos de ellos2.

1 2

Salmo 4, v. 7 (Vulgata) Cf. SantoTomás, Summa Theologica, I, q. 79, a. 12; I-II, q. 94, a. 1 ad 2; De Veritate, q. 16, a. 1, 2, 3.

Pero el conocimiento de los principios inmutables de la sindéresis es demasiado general y abstracto para poder hacerse cargo de la dirección de nuestra vida. Esta voz de la naturaleza racional del hombre es todavía muy genérica, vago silbo desde el trasfondo del alma, que nos llama desde la lejanía sinpronunciar aún nuestro nombre. Para guiar nuestra conducta podría acudirse a otro conocimiento de lo práctico: el que la ciencia moral nos suministra. La mayoría de los autores solventes dicen que la ciencia moral es práctica, porque no tiene por fin el puro conocer, sino el obrar. Y los que disienten de este parecer, y afirman que es ciencia puramente especulativa, como hacen Juan Sánchez...
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