Prólogo

Existen en este mundo muchos infiernos por los que uno puede pasar. Todos ellos provocados por el odio, la ignorancia del ser humano. Todos, igual deinhumanos. Palabra tan inapropiada, cuando somos nosotros los únicos seres capaces de provocar situaciones tan extremas, tan innecesarias.

Fernando se encontrabaentonces, en medio del tal vez más antiguo de esos escenarios: la guerra. Metido en un conflicto que no le convenía, fue a parar ahí porque era la manera másfácil de escapar de sus problemas. Desde que un amigo le contara que se enlistaría, la idea se había planteado en Fernando como la única solución factible. Suamigo yacía ahora inmóvil, a unos metros de él.
Tenía que salir de su vida, a toda costa. No podía ser padre. "No nací para serlo", fue lo que pensó cuandofirmó los papeles. Lo había hecho, sin conversarlo con nadie, entre tantos de los secretos que guardaba para su familia. "Me voy, mis hijas tendrán dinero,más de lo que tienen conmigo aquí. Y serán más felices sin mí. Estoy seguro."

Una explosión lo dejó confuso. Se había salvado casi por milagro, errando suenemigo un misil por unos cuantos metros. No podía ver con claridad, y para agravar la situación, lo lleno un sentimiento de remordimiento. En un acceso decólera, mezclado con desesperación, cargó su arma y asomó su brazo por encima del muro que le servía de cubierta. Vació el cargador, justo a tiempo para escuchar aun objeto metálico caer muy cerca de él.

Sabía lo que era. Cerró los ojos, y pidiendo a Dios que cuide de sus hijas, esperó la explosión de la granada.