Psicologia laboral
Páginas: 6 (1351 palabras)
Publicado: 9 de noviembre de 2011
64
PSICOLOGIA DE LA EMERGENCIA
CAPITULO X
PSICOLOGIA DE LA EMERGENCIA EN CIUDADES VERTICALES
CRISTIAN ARAYA MOLINA
65
x
. PSICOLOGIA DE LA EMERGENCIA CIUDADES VERTICALES.
EN
"Quiero saltar aliaga para caer aL cielo
11
Neruda
El título de este capítulo puede aparecer a simple vista espectacula:',sin
embargo. no lo es. Sí es espectacular contemplar enormesrascacíelos cubiertos de vidrios, uno alIado de otro. en las grandes ciudades. En ellos viven o trabajan millares de personas y tal vez lo menos que haya pasado por sus mentes es la posibilidad de un incendio, terremoto y otra eventualidad, que coloque en peligro su integridad física o su existencia. Sin embargo, los incendios y catástrofes existen, no son una quimera. Si miram::>s retrospectivamente,con asombro nos damos cuenta del acele.
rado ritmo con que ha crecido la metrópolis. Esto ha implicado simultánea. mente una mayor complejidad de la vida urbana. Así, por ejemplo, en la época colonial no se habría justificado tener semáforos. ni expertos en prevención de riesgos, puesto que rara vez chocaba un caballo con otro a causa de no respetar el derecho a vía y muy pocas veces se producíaalgún siniestro. Un sinnúmero de ejemplos podríamos dar, pero la finalidad de este artículo es resaltar la falta de organización para actuar en una emergencia tanto a nivel de implementación como
de simulacros y de capacitación
en Psicología de la Emergencia. Esto puede llevarnos a vivir tragedias en edl ficlOS de altura como lo oc;urrido en Brasil en 1974, cuando
perdieron la vida 179personas,
o
la de la torre Santa María, donde
fallecieron 11 personas.
Demos
gracias a la arriesgada labor del Cuerpo de Bomberos de Santiago , que a no mediar su heroica acción, producto de una gran capacitación.
66
PSICOLOGIA
DE LA EMERGENCIA
ese incendio habría terminado en una tragedia mayor.
Para quienes integramos un grupo de rescate significa un desafío y una enormeresponsabilidad con la ciudadanía, salvaguardar sus vidas y la propiedad Si a esto agregamos las barreras arquitectónicas, llámense éstas espejos de agua, estacionamientos o jardines, nos aguarda una situación difícil que puede convertirse en un espectáculo atroz, ya que la ubicación del material de salvataje se ve dificultada por estos impedimentos. Sin duda alguna, y a corto plazo, será unhelicóptero la pieza de material mayor que jumo a los carros bombas y mecánica sea despachada a incendios de altura. Pero esto no es suficiente. InsistO una vez más en la capacitación psicológica y en el entrenamiento constante con y sin aviso de simulacros. La reacción emocional será cualitativamente distima en uno u otro caso. Con aviso tendremos una organización mental previa, sin a vis o ac tuaremos~{orgánicamente», en términos neurosicológicos «proceduralmente». Si entrenamos permanentememe, lJegará un inslame en el cual el miedo a la
almra se pierda, la angustia frente a una emergencia se controle y la reacción emocional no interfiera sustancial mente nuestro rendimiento intelectual ni
nuestra eficiencia conductual. Así podremos evitar desgracias por la precipitación y, a la vez,estar alerta frente a evenrualidades que día a día son más comunes. Es insuficiente la sola información, incluso me atrevería a decir peligrosa. No basta con leer avisos y afiches, es necesario vivir la experiencia. «La mejor forma de aprender a nadar es aventurándose al agua», afirmaba el filósofo Kant. A ¡as barreras arquitectónicas de estos enormes rascacielos debemos agregar otra, ]a indiferenciacon que reaccionamos cuando se nos roca el tema de las emergencias. Algunos derraman emociones, o~ros miran asombrados lo que contamos, pero la mayoría reacciona como si estuviéramos hablando de parcelar el mar o construir una discote-
ca en Júpiter, es decir, algo fantasioso ya la vez muy lejano y ajeno a la propia realidad. Desde hace años capacito en Psicología de la Emergencia al...
PSICOLOGIA DE LA EMERGENCIA
CAPITULO X
PSICOLOGIA DE LA EMERGENCIA EN CIUDADES VERTICALES
CRISTIAN ARAYA MOLINA
65
x
. PSICOLOGIA DE LA EMERGENCIA CIUDADES VERTICALES.
EN
"Quiero saltar aliaga para caer aL cielo
11
Neruda
El título de este capítulo puede aparecer a simple vista espectacula:',sin
embargo. no lo es. Sí es espectacular contemplar enormesrascacíelos cubiertos de vidrios, uno alIado de otro. en las grandes ciudades. En ellos viven o trabajan millares de personas y tal vez lo menos que haya pasado por sus mentes es la posibilidad de un incendio, terremoto y otra eventualidad, que coloque en peligro su integridad física o su existencia. Sin embargo, los incendios y catástrofes existen, no son una quimera. Si miram::>s retrospectivamente,con asombro nos damos cuenta del acele.
rado ritmo con que ha crecido la metrópolis. Esto ha implicado simultánea. mente una mayor complejidad de la vida urbana. Así, por ejemplo, en la época colonial no se habría justificado tener semáforos. ni expertos en prevención de riesgos, puesto que rara vez chocaba un caballo con otro a causa de no respetar el derecho a vía y muy pocas veces se producíaalgún siniestro. Un sinnúmero de ejemplos podríamos dar, pero la finalidad de este artículo es resaltar la falta de organización para actuar en una emergencia tanto a nivel de implementación como
de simulacros y de capacitación
en Psicología de la Emergencia. Esto puede llevarnos a vivir tragedias en edl ficlOS de altura como lo oc;urrido en Brasil en 1974, cuando
perdieron la vida 179personas,
o
la de la torre Santa María, donde
fallecieron 11 personas.
Demos
gracias a la arriesgada labor del Cuerpo de Bomberos de Santiago , que a no mediar su heroica acción, producto de una gran capacitación.
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PSICOLOGIA
DE LA EMERGENCIA
ese incendio habría terminado en una tragedia mayor.
Para quienes integramos un grupo de rescate significa un desafío y una enormeresponsabilidad con la ciudadanía, salvaguardar sus vidas y la propiedad Si a esto agregamos las barreras arquitectónicas, llámense éstas espejos de agua, estacionamientos o jardines, nos aguarda una situación difícil que puede convertirse en un espectáculo atroz, ya que la ubicación del material de salvataje se ve dificultada por estos impedimentos. Sin duda alguna, y a corto plazo, será unhelicóptero la pieza de material mayor que jumo a los carros bombas y mecánica sea despachada a incendios de altura. Pero esto no es suficiente. InsistO una vez más en la capacitación psicológica y en el entrenamiento constante con y sin aviso de simulacros. La reacción emocional será cualitativamente distima en uno u otro caso. Con aviso tendremos una organización mental previa, sin a vis o ac tuaremos~{orgánicamente», en términos neurosicológicos «proceduralmente». Si entrenamos permanentememe, lJegará un inslame en el cual el miedo a la
almra se pierda, la angustia frente a una emergencia se controle y la reacción emocional no interfiera sustancial mente nuestro rendimiento intelectual ni
nuestra eficiencia conductual. Así podremos evitar desgracias por la precipitación y, a la vez,estar alerta frente a evenrualidades que día a día son más comunes. Es insuficiente la sola información, incluso me atrevería a decir peligrosa. No basta con leer avisos y afiches, es necesario vivir la experiencia. «La mejor forma de aprender a nadar es aventurándose al agua», afirmaba el filósofo Kant. A ¡as barreras arquitectónicas de estos enormes rascacielos debemos agregar otra, ]a indiferenciacon que reaccionamos cuando se nos roca el tema de las emergencias. Algunos derraman emociones, o~ros miran asombrados lo que contamos, pero la mayoría reacciona como si estuviéramos hablando de parcelar el mar o construir una discote-
ca en Júpiter, es decir, algo fantasioso ya la vez muy lejano y ajeno a la propia realidad. Desde hace años capacito en Psicología de la Emergencia al...
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