Quiroga Horacio Los Buques Suicidantes

Páginas: 5 (1169 palabras) Publicado: 6 de abril de 2015

LOS BUQUES SUICIDANTES
Horacio Quiroga
Resulta que hay pocas cosas más terribles que encontrar en el mar un buque abandonado. Si de día el peligro es menor, de noche el buque no se ve ni hay advertencia posible: el choque se lleva a uno y otro. Estos buques abandonados por a o por b navegan obstinadamente a favor de las corrientes o del viento si tienen las velas desplegadas. Recorren asílos mares, cambiando caprichosamente de rumbo. No pocos de los vapores que un buen día no llegaron a puerto han tropezado en su camino con uno d estos buques silenciosos que viajan por su cuenta.
Siempre hay probabilidad de hallarlos a cada minuto. Por ventura, las corrientes suelen enredarlos en los mares de sargazo. Los buques se detienen, por fin, aquí o allá, inmóviles para siempre en esedesierto de aguas. Así, hasta que poco a poco se van deshaciendo. Pero otros llegan cada día, ocupan su lugar en silencio, de modo que el tranquilo y lúgubre puesto siempre está frecuentado.
El principal motivo de estos abandonos de buques son sin duda las tempestades y los incendios, que dejan a la deriva negros esqueletos errantes. Pero hay otras causas singulares, entre las que se puede incluir loacaecido a la María Margarita, que zarpó de Nueva York el 24 de agosto de 1903 y que el 26 de mañana se puso al habla con una corbeta, sin acusar novedad alguna. Cuatro horas más tarde, un paquebote, no teniendo respuesta, desprendió una chalupa que abordó la María Margarita. En el buque no había nadie. Las camisetas de los marineros se secaban a proa. La cocina estaba prendida aún. Una máquina decoser tenía aguja suspendida sobre la costura, como si hubiera sido dejada un momento antes. No había la menor señal de lucha ni de pánico, todo en perfecto orden. Y faltaban todos. ¿Qué pasó?
La noche que aprendí esto estábamos reunidos en el puente. Ibamos a Europa, y el capitán nos contaba su historia marina, perfectamente cierta, por otro lado.
La concurrencia femenina, ganada por la sugestióndel oleaje susurrante, oía estremecida. Las chicas nerviosas prestaban sin querer inquieto oído a la ronca voz de los marineros en proa. Una señora muy joven y recién casada se atrevió:
¿No serán águilas?El capitán sonrió bondadosamente:
Todos se rieron y la joven hizo lo mismo, un poco avergonzada.
Felizmente, un pasajero sabía algo de eso. Lo miramos curiosamente. Durante el viaje había sido unexcelente compañero, admirando por su cuenta y riesgo y hablando poco.-¡Ah! ¡Si nos contara, señor! -suplic la joven de las águilas.
-No tengo inconveniente -asintió el discreto individuo-. En dos palabras: «En los mares del Norte, como el María Margarita del capitán, encontramos una vez un barco a vela. Nuestro rumbo -viajábamos también con velas- nos llevó casi a su lado. El singular aspecto deabandono, que no engaña en un buque, llamó nuestra atención, y disminuimos la marcha observándolo. Al fin desprendimos una chalupa; a bordo no se halló a nadie, y todo estaba también en perfecto orden. Pero la última anotación del diario databa de cuatro días atrás, de modo que no sentimos mayor impresión. Aun nos reímos un poco de las famosas desapariciones súbitas.cho de nuestros hombresquedaron a bordo para el gobierno del nuevo buque. Viajaríamos de conserva. Al anochecer nos tomó un poco de camino. Al día siguiente lo alcanzamos, pero no vimos a nadie sobre el puente. Desprendiese de nuevo la chalupa y los que fueron recorrieron en vano el buque: todos habían desaparecido. Ni un objeto fuera de lugar. El mar estaba absolutamente terso en toda su extensión. En la cocina hervía aún unaolla con papas.
Como ustedes comprenderán, el terror supersticioso de nuestra gente llegó a su colmo. A la larga, seis se animaron a llenar el vacío, y yo fui con ellos. Apenas a bordo, mis nuevos compañeros se decidieron a beber para desterrar toda preocupación. Estaban sentados en rueda, y a la hora la mayoría cantaba ya.
Llegó mediodía y pasó la siesta. A las cuatro la brisa cesó y las velas...
Leer documento completo

Regístrate para leer el documento completo.

Estos documentos también te pueden resultar útiles

  • Los Buques Suicidantes Por Horacio Quiroga
  • Los buques suicidantes
  • Horacio quiroga
  • Horacio quiroga
  • Horacio quiroga
  • Horacio Quiroga
  • horacio quiroga
  • horacio quiroga

Conviértase en miembro formal de Buenas Tareas

INSCRÍBETE - ES GRATIS