Rejas en el C.C. San Martín

Rejas en el C.C. San Martín
Hace tiempo, en este mismo espacio señalé la compulsión al enrejado del
espacio público que mostraba el Gobierno de la Ciudad. La víctima del caso
era (lo es aún) el puente peatonal de Av. Figueroa Alcorta y Dorrego, cuyos
apoyos se ven privados de libertad tras sendas rejas verde inglés.
Vuelvo ahora sobre el tema, ante lo que podría sospecharse como un raro“homenaje” a Mario Roberto Alvarez. A poco de su muerte, a fines de 2011,
mientras caminaba por la calle Sarmiento hacia Paraná, descubrí con escozor
que tras el cerco de obra que cerraba hasta ese entonces, la esquina del
Centro Cultural San Martín durante su refacción, se erguía reluciente,
exponiendo toda su metálica imposición, una flamante reja de dos metros de
altura.
En los últimos docemeses, no he encontrado ningún comentario al respecto: ni
reclamos, ni quejas de vecinos y colegas, pero mucho menos explicaciones por
parte del gobierno porteño acerca del hecho. (En un intento de alertar sobre el
hecho, una primera versión de este artículo no llegó a estas páginas,
seguramente perdida entre miles de bytes en algún disco rígido).
¿Era necesario arruinar ese pequeño yejemplar espacio urbano, con
semejante demostración de impotencia, impericia e ineptitud?
La esquina de Sarmiento y Paraná era pública: se atravesaba, se vivía, se
usaba libremente, hasta que apareció la reja “entre gallos y medianoche”
(según declararon trabajadores del Centro Cultural en medios periodísticos).
Son numerosos los ejemplos en la obra de MRA en los que se demuestra su
preocupaciónpor crear este tipo de espacios, dando a la ciudad lugares de
transición entre lo público y lo privado, en los que la vida se enriquece:
remansos urbanos que funcionan a manera de oasis insertos en la trama,
generando cambios de ritmo y de escala, en la dinámica de la ciudad. La
existencia de estos espacios nos recuerda que alguien sensible se puso a
pensar en nosotros los usuarios,caminantes y vivientes de nuestra ciudad. Es
de esperar al menos, que Mario Roberto se haya ido sin enterarse de la triste
afrenta a su obra. Incluso se había hecho un acto homenaje a MRA, presidido
por el propio Jefe de este Gobierno de la ciudad, el mismo que mandó enrejar
una de sus obras más valiosas.
Seguramente se dirá, quizás con razón, que al ciudadano que mayormente
eligió a estosfuncionarios para conducir la ciudad, le preocupa que los
espacios públicos sean invadidos por personas que tienen la mala e incómoda
costumbre de instalarse y quedarse a vivir en ellos, a la intemperie.
Ciertamente, a cualquier persona le preocupa que haya gente viviendo en la
calle, la diferencia es la solución que se propone: procurar trabajo y vivienda a

quienes no los tienen (Sabemos que laConstitución Nacional señala a esto
como uno de los deberes del Estado), para que nadie tenga que vivir sin techo;
o cercando espacios “en riesgo”, es decir no solucionando el problema sino
alejándolo, para que no sea visible. Una manera más elegante y pulcra de
sacar a los “cirujas” de la ciudad, que la que había decidido Bussi en Tucumán
durante la dictadura militar. Sacar el problema,barrerlo debajo de la alfombra,
sin preocupación alguna por mantener la calidad urbana de los espacios que se
quiere proteger. Inclinarse por una u otra solución, forma parte de una decisión
política. Y si para algo estamos los profesionales, es para aconsejar, alertar,
opinar sobre los asuntos de nuestra competencia, como el que nos ocupa, y
hasta accionar a favor del sentido común si estamosa cargo de funciones de
gobierno, como es el caso de los colegas ministros o subsecretarios de
distintas áreas del Gobierno de la Ciudad.
En este mismo espacio, hace un tiempo, el arq. Daniel Chaín (Ministro de
Desarrollo Urbano del GCBA), señalaba la intención del gobierno que integra
de preservar el patrimonio arquitectónico de la ciudad, sin limitar esta acción a
obras antiguas sino...