Reno Y Los Libros De La Filosofia
Esa mañana 5 de julio por suerte no se veía nadie en las calles, definitivamente extrañaba ese molesto sonido del estallido deesas sabandijas, tampoco se encontraba aquella señora de la esquina, que cumplía todas las mañanas su rutina de barrer la calle usando una pañoleta roja de lunares blanco amarrada asu cabeza, tampoco Nona que me veía pasar las mañanas y me miraba fijamente pero de reojo y pronunciaba siempre “buenos días joven”, ¿por qué me decía así, si yo era mayor que ellapor solo un año? Al parecer somos hermanastros, de solo pensar me da nauseas, me repugna la idea de tener lazos sanguíneos con una mujer tan simplista, pero ese es otro tema.
Elcielo gris, el olor a frio, el sabor a metal en mi boca, y ese molesto chicharreo plasmaban en mi rostro una inexpresividad mientras llevaba al muerto a ras de piso, la copia barata demi, como una silueta, me causaba gracia como su cabeza tambaleaba como afirmando lo que pensaba cuando lo arrastraba sobre las malezas que entorpecían mi camino, a veces seenganchaba entre las ramas, Otras veces cuando me acercaba a una pared lo ayudaba a ponerse de pie para que se afirmaba de esta y caminara junto a mi lado. Cuando me aburría de el… unmovimiento rápido y brusco y lo enviaba del nuevo al piso, lo odio, por algo lo mate, y lo volveria a matar miles de veces, me enferma salir a la calle y verlo ahí tirado, indigno.
Regístrate para leer el documento completo.