Renovación teatral
La historia del teatro ha asistido muy frecuentemente al dilema de complacer los gustos del público (como afirmara Lope de Vega en su Arte nuevo dehacer comedias) o impulsar cambios a pesar, incluso en contra, de los modelos ya establecidos. Este problema no sería muy diferente de lo que sucede con otros géneros literarios, de no ser porque lapropia naturaleza del espectáculo teatral requiere una serie de intermediarios (empresarios, instituciones públicas, actores, directores) que buscan, precisamente, el aplauso del público –y larentabilidad, por tanto, del producto–. Pero además, el teatro es muy sensible a las presiones del poder, de modo que se ha utilizado como medio de propaganda o de crítica y ha sufrido los reveses depolíticos y moralistas. Por todo esto, se suele distinguir un “teatro comercial” (que repite fórmulas de comprobada popularidad y corrección política: melodramas románticos, comedias de costumbres, dramashistóricos, por ejemplo) de formas de teatro más “experimentales”, dirigidas a una minoría o que, en el peor de los casos, acaban como obras de teatro “para ser leídas”. Sólo unos pocos dramaturgos hanconseguido compaginar ambas exigencias.
Muy poco éxito tuvieron, por ejemplo, los intentos renovadores de la escena española en las primeras décadas del siglo XX. Escritores del prestigio de Galdós oUnamuno chocaron contra un teatro diseñado para entretener a la burguesía; pero fue Valle-Inclán (1866-1936) quien mejor entendió el nuevo arte. Sus obras rompen todas las reglas del drama convencional:los personajes tienen la brutalidad primitiva de los héroes épicos o se comportan como títeres ridículos y absurdos; los argumentos carecen de cualquier “intriga” porque importa más conseguir unambiente determinado a través de una serie de “estampas” chocantes; el lenguaje incorpora las jergas más variopintas: dialectos arcaizantes de la Galicia rural o voces del argot chulesco de los bajos...
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